Conocemos el proyecto de reforma del Mercado Central de Zaragoza, y sin parecerme una actuación muy novedosa, sí actúa sobre los problemas más clásicos de este mercado muy importante para la ciudad, para adaptarlo a los nuevos tiempos. Pero insisto, que sin grandes cambios que sorprendan, lo cual es trabajar sobre seguro pero sin arriesgarse ni en positivo ni en negativo. Tal vez no sean tiempos de imprimir carácter novedoso a lo que simplemente hay que mantener con vida por encima de todo.
Se reducen el número de puestos de venta a costa de dotarlos de un poco más de tamaño, se moderniza su exterior para permitir una visión de su interior desde las calles que lo rodean. Se adaptan las entradas y salidas para personas con movilidad reducida y se reforma todo el sótano para adecuar las cámaras frigoríficas, la ventilación, la seguridad alimentaria, etc. Todo muy correcto y necesario.
El gran empuje novedoso y que sí puede suponer un gran éxito si se trabaja bien, es la creación en su entorno de lo que ya se empieza a llamar “Distrito Mercado”. Se trata de aprovechar las calles del entorno más cercano, las que rodean al edificio, sobre todo la de la zona más al Este, para crear nuevos comercios de alimentación, gastronomía, terrazas, productos diferentes y ecológicos, etc. Esta idea sin duda puede complementar la vida del actual Mercado Central, pues es necesario abrirse a nuevos servicios, para convertirlo en un Mercado Central de verdad, es decir, de ciudad y no de barrio.
Un trabajo que comenzará dentro de un año, que cuesta unos diez millones de euros casi pagados a escote entre los detallistas y el Ayuntamiento de Zaragoza, y que busca una adaptación del Mercado Central para los próximos 50 años. Muchos son.
Echo en falta una mejor distribución de los puestos por tipo de alimentos (todavía en fase de adjucicación), y entiendo que precisamente esta distribución puede ser la que lleve al Mercado Central al éxito o al fracaso.
Para que el cliente potencial vaya al Mercado Central hay que ofrecerle un conjunto de producto que no encuentre en sus barrios, o en los Centros Comerciales reconocidos. Espacios muy variados, “de todo”, pero seleccionados entre los rentables pero también “diferentes”. Si el concepto es crear un mercado de Distrito Centro, tendremos un problema a medio plazo como lo tenemos con el Mercado San Vicente Paúl.
En el estudio presentado se han analizado mercadillos de otras ciudades, como Vitoria, Bilbao (principalmente estas dos), Barcelona y Madrid. Pero mi sensación es que se han atendido más a sus condicionantes de gestión y rentabilidad municipal que a las de su servicio a los clientes y a su personalidad propia dentro de cada ciudad. Y los ejemplos de Madrid y Barcelona me parecen más interesantes de cara a buscar nuevos usos comerciales y una interacción con los vecinos de toda la ciudad. Adaptados, eso sí, a la realidad turistica de Zaragoza, que es muchísimo menor.