Hoy, 8 de enero, es de esos días en los que se celebra una efeméride que, injustamente, pasa desapercibida para gran parte de la ciudadanía, a pesar, en este caso, de tener reconocimiento reglamentario (Decreto 254/2001, de 23 de octubre, del Gobierno de Aragón).
Coincidiendo con el IV centenario del nacimiento de Baltasar Gracián, el Gobierno de Aragón tuvo la feliz idea en el año 2001 de constituir el 8 de enero como “Día de las Letras Aragonesas”.
Pocas veces se ha hecho tanta justicia. Baltasar Gracián es una de las cumbres de la literatura en lengua castellana, continuador del “Siglo de Oro” de la cultura aragonesa.
Quizá su estilo conceptista, caracterizado por las elipsis, la paradoja, el contraste, la polisemia, las interpretaciones filosóficas, la concentración de la forma, los juegos de palabras que exigen un esfuerzo de comprensión por parte del lector lo ha alejado del gran público, pero –sin duda- su obra es imprescindible en la cultura europea. Él era consciente que, frente a autores que escribieron “para todos” —como Cervantes— su obra era esquiva a lo popular, por su afán racionalizador y filosófico.
Escribirá en el prólogo del “Discreto”: Digo, pues, que no se escribe para todos, y por eso es de modo que la arcanidad del estilo aumente veneración a la sublimidad de la materia, haciendo más veneradas las cosas el misterioso modo del decirlas. Que no echaron a perder Aristóteles ni Séneca las dos lenguas, griega y latina, con su escribir recóndito.
Muy influyente en la cultura europea, desde la filosofía francesa de los siglos XVII y XVIII pasando por Schopenhauer, que lo introdujo en Alemania, hasta Nietzsche y el existencialismo, bien está que un día como hoy lo recordemos y no olvide la ciudadanía aragonesa que cada 8 de enero celebramos el “Día de las Letras Aragonesas”.
Jorge Marqueta Escuer.