27.1.17

Zaragoza y San Francisco, unidas por la niebla

Llevamos tantos días de niebla que incluso ha llegado a cotas altas y ha vuelto plata determinados arbustos y árboles leñosos. Aguas arriba de los ríos Aragón, Cinca y Gállego.
La cencellada deja estampas bellísimas. Es algo más que rosada. Y este año y los últimos está sustituyendo al aguazón y a los candelones. Que se producían cuando nevaba en estas fechas en cotas bajas y el hielo permanecía 15 días sin fundirse. Entonces sí que hacía frío.

Formación de banco de niebla límite en Nasarre, Somontano
Parece que la niebla va a levantar por fin. Dejará Zaragoza y el valle hasta nuevo anticiclón. Pero el día ya alarga y cuando se levante, veremos puestas de sol violetas-cierzo hasta las seis y media de la tarde. Podremos divisar nuestro Moncayo-Fuji desde el puente de Piedra nevado hasta su mitad. La reserva de agua para el vino y el aceite de Borja y Tarazona.
Entre tanto, la niebla nos ha calado hasta los huesos.
No por casualidad, es una particularidad climática que nos emparenta nuevamente con California. En esa latitud marroquí la generan corrientes frías del Pacífico que se introducen por la Puerta de Oro, Golden Gate. Único paso al interior de las nubes en una larga franja de 3.000 kilómetros.
El efecto es bellísimo. Pero provoca la frase que culmina este artículo.
Para cuando levante en Zaragoza la niebla, habrá enfriado tanto la tierra que ha empezado a hacer frío de verdad. Crucial para la sanidad de los campos y nuestros cultivos.
Y para cuando levanta la niebla en la Bahía de San Francisco de verano en septiembre, fenómeno que no penetra en el interior de California sino breves kilómetros, habrá provocado hasta donde se enseñorea del paisaje unos inusuales vinos extremos pinot noir y los mejores cavas del mundo tras Champagne y ahora Calatayud, con la irrupción del esperado cava de garnacha. Por cortarles la maduración excesiva que provocarían los 40 grados del interior de California.
Penetración de la niebla en verano por la puerta dorada. Su alcance, hasta 15-20 kilómetros, da lugar a varios de los mejores vinos del mundo. Lo sabían Angela Chaning y Peter Gioberti.
No por casualidad uno de los paraísos del principal enólogo del mundo residente en California, Robert Parker, son las viñas y los vinos de altura aragoneses.
Su revista “Wine Spectator” puntúa siempre como los tintos de mejor calidad precio los surgidos de las piedras de Cariñena, Borja y Calatayud. También los de Cretas o Murero. Sólo superados por los zinfandel o cabernet sauvignon californianos a la niebla debidos.
Imagen del fotógrafo J. M. Romeo
Fotos cencellada de Berdún
Así, quod es demostrandum, California y sus nieblas ha sido y está siendo vital en el desarrollo agropecuario aragonés. El conocimiento de nuestros vinos ha derivado en la notable valoración del queso de Albarracín en todo el mundo.
Por no decir que los regadíos de secano de los valles de Napa y Sonoma, importados a la finca Raimat por los Raventòs de Codorniu a través de sus primos que fabrican cava en Foss Valley, fueron uno de los causantes por efecto demostración de la optimización de los regadíos de frutales, viñedos y riegos por pivots en Aragón. El efecto Binéfar.
California bien vale una visita. No solo por quienes trabajen en Walqa. La escuela de enología del Estado de Sacramento-Davis es más que una referencia para los aragoneses.
La niebla genera buenos vinos incluso cerca de Los Ángeles que tiene latitud sud-marroquí. La película “Entre copas” es una buena guía para conocer Santa Mónica y San Luis Obispo, con Santa Cruz y San Francisco los parajes que ofrecen un vino más aragonés del mundo.
Aunque como dijo  Mark Twain  "el invierno más frío que he pasado fue un verano en San Francisco".
Luis Iribarren