Llevamos
tantos días de niebla que incluso ha llegado a cotas altas y ha vuelto plata
determinados arbustos y árboles leñosos. Aguas arriba de los ríos Aragón, Cinca
y Gállego.
La cencellada
deja estampas bellísimas. Es algo más que rosada. Y este año y los últimos está
sustituyendo al aguazón y a los candelones. Que se producían cuando nevaba en
estas fechas en cotas bajas y el hielo permanecía 15 días sin fundirse.
Entonces sí que hacía frío.
Formación de
banco de niebla límite en Nasarre, Somontano
Parece que la
niebla va a levantar por fin. Dejará Zaragoza y el valle hasta nuevo
anticiclón. Pero el día ya alarga y cuando se levante, veremos puestas de sol
violetas-cierzo hasta las seis y media de la tarde. Podremos divisar nuestro
Moncayo-Fuji desde el puente de Piedra nevado hasta su mitad. La reserva de
agua para el vino y el aceite de Borja y Tarazona.
Entre tanto,
la niebla nos ha calado hasta los huesos.
No por
casualidad, es una particularidad climática que nos emparenta nuevamente con
California. En esa latitud marroquí la generan corrientes frías del Pacífico
que se introducen por la Puerta de Oro, Golden Gate. Único paso al interior de
las nubes en una larga franja de 3.000 kilómetros.
El efecto es
bellísimo. Pero provoca la frase que culmina este artículo.
Para cuando
levante en Zaragoza la niebla, habrá enfriado tanto la tierra que ha empezado a
hacer frío de verdad. Crucial para la sanidad de los campos y nuestros
cultivos.
Y para cuando
levanta la niebla en la Bahía de San Francisco de verano en septiembre, fenómeno
que no penetra en el interior de California sino breves kilómetros, habrá
provocado hasta donde se enseñorea del paisaje unos inusuales vinos extremos
pinot noir y los mejores cavas del mundo tras Champagne y ahora Calatayud, con
la irrupción del esperado cava de garnacha. Por cortarles la maduración
excesiva que provocarían los 40 grados del interior de California.
Penetración
de la niebla en verano por la puerta dorada. Su alcance, hasta 15-20
kilómetros, da lugar a varios de los mejores vinos del mundo. Lo sabían Angela
Chaning y Peter Gioberti.
No por
casualidad uno de los paraísos del principal enólogo del mundo residente en
California, Robert Parker, son las viñas y los vinos de altura aragoneses.
Su revista
“Wine Spectator” puntúa siempre como los tintos de mejor calidad precio los
surgidos de las piedras de Cariñena, Borja y Calatayud. También los de Cretas o
Murero. Sólo superados por los zinfandel o cabernet sauvignon californianos a
la niebla debidos.
Imagen del fotógrafo J. M. Romeo |
Fotos cencellada de Berdún
Así, quod es
demostrandum, California y sus nieblas ha sido y está siendo vital en el
desarrollo agropecuario aragonés. El conocimiento de nuestros vinos ha derivado
en la notable valoración del queso de Albarracín en todo el mundo.
Por no decir
que los regadíos de secano de los valles de Napa y Sonoma, importados a la
finca Raimat por los Raventòs de Codorniu a través de sus primos que fabrican
cava en Foss Valley, fueron uno de los causantes por efecto demostración de la
optimización de los regadíos de frutales, viñedos y riegos por pivots en
Aragón. El efecto Binéfar.
California
bien vale una visita. No solo por quienes trabajen en Walqa. La escuela de
enología del Estado de Sacramento-Davis es más que una referencia para los
aragoneses.
La niebla
genera buenos vinos incluso cerca de Los Ángeles que tiene latitud
sud-marroquí. La película “Entre copas” es una buena guía para conocer Santa
Mónica y San Luis Obispo, con Santa Cruz y San Francisco los parajes que
ofrecen un vino más aragonés del mundo.
Aunque como dijo Mark Twain "el
invierno más frío que he pasado fue un verano en San Francisco".
Luis Iribarren