A la Conferencia de Presidentes Autonómicos que se ha celebrado esta semana no han acudido representaciones ni desde Cataluña ni desde el País Vasco. Y no ha sido por problemas con el PP o con Mariano Rajoy o con “España”. Hay que entender y conocer su postura, para superarla y saber qué sucede. Pues lo que afecta a Cataluña y el País Vasco, nos afecta a todos los demás.
Ellos NO quieren el “café para todos” y saben que estamos en un momento de divergencias, de buscar soluciones nuevas, de plantear cambios en la estructura de España y de su Estado descentralizado. Y hay varias posibilidades para ello.
Cataluña y el País Vasco no quieren a nadie más en su vagón de cabeza. Admitirán a Navarra por respeto e intereses históricos de absorción. Pero nadie más se podrá subir a ese nuevo “151” pues ellos no van a querer. Y Aragón, sin desear independencias vacías de contenido, sí debe exigir estar en ese vagón de cabeza, pues no estarlo supondrá en el futuro otra ola de conflictos.
Y es posible que además de Aragón debían estar otros territorios, como sin duda no debería estar otros. Hay que rediseñar, no para dotar de más poderes o economías a unos sobre los otros, sino para normalizar lo que ya es normal en el espíritu de la sociedad española.
Murcia, las dos Castillas, Madrid, Extremadura, Cantabria, Rioja o Andalucía, nunca van a querer ser diferente en nada al concepto de “España” ni lo han sido en su historia. Habrá que definir qué quiere ser Asturias, sabemos bien qué sienten desde Galicia, Valencia, Canarias o Baleares. Sin duda sabemos lo que es y fue Aragón. Como sabemos de las dificultades de encajar bien a Navarra, el País Vasco o Cataluña. Pero ese enriquecedor panorama debe servir para esforzarse en encajar bien las piezas, de cara a que no se desmonte el engranaje. No es fácil, pero no hacerlo es imposible. O lo pagaremos muy caro.