Hoy Heraldo de Aragón viene con datos duros sobre la despoblación de Aragón, el problema principal de nuestro territorio, y al que no siempre desde la sociedad le prestamos la atención debida, sobre todo por su complejidad. Aragón ha perdido en el último año 9.284 vecinos, aproximadamente la población de Sabiñánigo que es de 9.349 personas. ¿Puede soportar Aragón el perder cada año a un Sabiñanigo, a un Caspe entero, sin que se le rompan sus principios de sostenibilidad?
Nuestros 1.308.563 habitantes además de insuficientes, están cayendo a un ritmo mayor al esperado. El éxodo se produce por la pérdida de vecinos que habían venido desde otros países, por la éxodo juvenil en busca de mejores oportunidad, por la nula migración interior hacia Aragón y por una bajada de la natalidad en las familias aragonesas. Todo esto unido, nos presenta un panorama casi desolador, pues no sólo somos capaces de crecer aunque fuera levemente, sino que estamos perdiendo más población de la estimada.
Tan sólo tenemos 10 poblaciones —además de las capitales de provincia— por encima de los 10.000 habitantes. En un territorio tan amplio esto es un sinsentido económico y social. Se debería trabajar con urgencia para que localidades como Caspe, Binefar, Sabiñánigo, Zuera, Andorra, La Almunia y Alagón pudieran alcanzar estas cifras en el menor tiempo posible.
Incluso trabajar en la mísma línea para que pueblos como Sariñena, Calamocha, Épila, Fuentes de Ebro o Borja tuvieran planes diseñados para alcanzar los 5.000 habitantes con urgencia. Y nunca a costa de sus localidades vecinas más pequeñas, pues eso sería trampa.
Hay que promocionar positivamente nuevas actividades económicas, autónomas y de servicios, en estas localidades que deben crecer netamente, dotando de servicios complementarios imprescindibles en la actualidad para que se puede desarrollar bien sus trabajos. Hay que analizar con los responsables de las zonas, qué tipos de soluciones habitacionales se pueden plantear en cada caso, y en qué medida es posible incorporar nuevos habitantes desde servicios públicos añadidos. Hay que trabajar mucho mejor la educación profesional rural, la educación a distancia, incluso la sanidad, la seguridad y servicios sociales presenciales y públicos, para dotar de más población fija pero con trabajos públicos, hay que crear más medios de comunicación locales para crear constantes imágenes de vida activa en estos lugares, y hay que potenciar la creación de servicios privados a costa de ayudas de discriminación positiva que ayuden a fijar población.
Julio Puente