De repente, en duermevela, me apareció una imagen: un corazón expuesto a la intemperie del que brotaban flores. ¿Hay algo más puro y vulnerable? Tenía que pintarlo sobre mi piel, sentía una gran conexión con esa imagen.
Mientras elaboraba la pintura corporal, las arterias se convertieron en ramitas y las flores fueron pensamientos que se veían bastante dispersos. De repente me dí cuenta de que faltaban dos elementos para que la imagen fuese un claro reflejo de cómo me sentía en ese momento. Mi ansiedad era evidente, los problemas con mi jefa me estaban afectando demasiado. El estómago me ardía y las palpitaciones parecìan el sonido de un reloj que marca un ritmo irregular.
Y así apareció el fuego en la imagen, lo quise alejar de cualquier rama, pero quien juega con fuego al final se quema. Y así fue, acabada la imagen me di cuenta de que el fuego estaba a punto de quemar la rama que sostenía a mi corazón y todo lo que de él brotaba. Iba a quedarme así, me dolió ver como mis sueños se veían amenazados por la llama de la ansiedad y comprendí que debìa proteger lo más bello e importante de mi vida.
Decidí proteger a mi corazòn y todo lo que ello posee. Cuando me dí cuenta de que podía caer, llegué a apreciarlo todavía más. Así que lo llené de flores, de bonitos pensamientos y de colores. Las arterias y venas se convirtieron en la fuerte madera de un árbol que plantaba sus raíces en un oscuro bosque. Y así es como me siento ahora: en mitad de un bello pero misterioso bosque en el que no sé lo que pasará. Al principio quieta, sin hacer ruido para no atraer a nada que pueda hacerme daño, asustada del más mìnimo ruido y temblando de miedo. Después de un tiempo me di cuenta de que no era tan peligroso al fin y al cabo, y decidí ponerme en marcha a buscar la luz.
Los cambios son necesarios para perseguir nuestros sueños. No es fácil salir de la zona de confort, pero prefiero salir al bosque oscuro a construir mi propio destino que permitir que el fuego consuma mi vida. Es normal tener miedo cuando iniciamos un camino nuevo, pero es necesario hacerlo con valentía para no quedarnos parados. Del bosque se termina saliendo, lo desconocido pronto volverá a ser rutina. El cambio es necesario para la evolución y el fuego es la señal de que hay que cambiar.
Con esto no os animo a lanzaros al vacío, sino a cambiar lo que os quema la vida. Como dice mi gran amigo Don Oscar de la Osa, "Tanto el valiente como el cobarde tienen miedo, lo que les diferencia es que el valiente sigue caminando a pesar ello" (Oscar, perdona si no es exactamente asì).
"No sueñes tu vida, vive tu sueño"
Laurita Mazapán