3.5.16

¿Quien fue Macanaz al que le regalamos el nombre del parque? Uff!

Muy pocos aragoneses sabemos bien quien fué Melchor Rafael de Macanaz, el que da nombre al parque de Macanaz de Zaragoza, frente al Pilar en la zona del Rabal. ¿Quereís saber algo más de quien NO debería tener su nombre en un parque zaragozano, aunque casi nadie sepa que en realidad era un personaje político del siglo XVIII?

El tipo este, el del pelucón, nació en Hellín (Albacete) en el año 1670 y murió 90 años después en la misma ciudad tras joder a los aragoneses entre otros. En realidad, además de abogado, negociador político, diplomático y escritor, como político fue el autor material de la retirada de los Fueros de Aragón obedeciendo las órdenes del Rey Felipe V (o al revés), pues el señor Macanaz era Fiscal General de Aragón, habiendo sido antes Intendente (similar al cargo actual de Gobernador Civil con mando en el gobierno militar, político, económico y gubernativo) de nuestro territorio en representación del Gobierno Real.

Fiel defensor de la Casa de los Borbones en la Guerra de Sucesión, obtuvo la recompensa de los cargos en Aragón donde se convirtió en Superintendente al aunar poderes que pocos años después fueron separándose del cargo que él había tenido, al ser considerados excesivos en una sola persona. Pero también ostentó los cargos de Juez de Confiscaciones en Aragón y Valencia. Intendente General de Aragón y Arrendador y Administrador de la Fábrica de la Moneda de Zaragoza donde intentó poner un nuevo impuesto a los aragoneses que fue radicalmente rechazado.

Amigo personal del Rey Felipe V, secretario del Virrey de Aragón (conde de San Esteban de Gormaz), enseguida que llegó hasta Aragón empezó a luchar por restar poderes a los Fueros de Aragón (y Valencia) pues no encajaban con la España centralizadora que deseaba realizar, defendiendo ante el Rey y las autoridades de aquellos años la necesaria abolición de los Fueros de Aragón para poder incorporar nuestros territorios a Castilla, tal y como dejó escrito en su libro “Regalías de los Señores Reyes de Aragón”.

El primer decreto de la derogación de los Fueros de Aragón se dió en el año 1707, en el mes de junio. Y como no le pareció suficiente al Rey volvió a dar un segundo decreto que aun suprimía más libertades a Aragón, justo un mes después. Aunque hasta el año 1711 no se organizaron los Decretos de Nueva Planta que terminaron con toda posibilidad de que Aragón fuese un Reino diferente al de Castilla.

Tras fastidiar a los aragoneses y valencianos, obtuvo el regalo de ser nombrado Fiscal General del Consejo de Castilla a finales del año 1713, a donde habían incorporado todo Aragón y Valencia como meras provincias castellanas. Y ya sólo le quedaba por desmantelar el poder de la Inquisición para que el Rey pudiera gobernar sin sombras. Pero con la iglesia habíamos topado. Con la iglesia y con la italiana Isabel de Farnesio (segunda esposa del Rey Felipe V), que al llegar a España lo primero que hizo fue despedir a todos los ministros que sonaran afrancesados, para cambiarlos por italianos. España era de todos menos de los españoles.

Así que cayó en desgracia el Macanaz del parque y en el año 1715 iniciaron el Auto de Fé por hereje contra Macanaz y su hermano, para defenestrarlos del poder de Castilla. Tuvo pues que exiliarse durante 33 años, dejando Aragón y Valencia sin sus Fueros y a Castilla en manos de los italianos. Tras estar en el exilio, volvió a España para quedar encerrado en el castillo lleno de humedades de San Antón enfrente a la ciudad de La Coruña, en medio del mar, de donde sólo salió a morir, hasta su ciudad de nacimiento, Albacete.

El poder de Isabel de Farnesio, en los despachos y en la cama del Rey debió ser tremendo cambiando todas las autoridades de Castilla que pudieran hacer sombra a su personal poder, y aunque a la muerte de Felipe V le sucedieron sus dos primeros hijos Luis I y Fernando VI (los que tuvo con Luisa de Braganza), el que en realidad logró marcar una reinado válido fue el tercer hijo, el que tuvo con “La Parmesana” Isabel de Farnesio, que fué Rey con el nombre de Carlos III y que ya nunca quiso oír hablar de Aragón ni de Valencia..

¿Y por qué mantenemos un parque en el centro de la ciudad de Zaragoza en honor a este señor tan antipático? Pues son cosas complicadas de entender. Somos leales, algo idiotas, olvidadizos, flojos en historia.