Que Aragón necesita replantearse el aragonesismo no hay duda. Nos han derrotado, nos hemos derrotado y sólo quedan dos opciones. Morir o volver a nacer. Y estas palabras van dirigidas tanto a CHA, como al PAR, como a todxs lxs aragonesxs que creen que Aragón merece la pena ser defendida, pues está rodeada de posibilidades muy egoístas que sí saben defender lo suyo mucho mejor que Aragón. Los aragoneses no hemos entendido que el aragonesismo es necesario para que este desierto no se nos quede sin vida. Mientras se nos habló del marco mental del agua, supimos asentarnos con nuestras ideas en defensa de la vida. Pero fuera del trasvase ya no nos quedó nada, no supimos explicar que Aragón es mucho más que agua, que el futuro de Aragón no pasa precisamente (sólo) por el agua sino por la defensa de sus economías propias, de su territorio, de su personalidad, de sus gentes, de resolver sus problemas, que a veces son comunes con todos los territorios de España, pero a veces no.
Aragón está en el punto donde han querido que esté desde otros territorios vecinos. Somos una enorme extensión de territorio, apagado, callado, tranquilo, de paso, con poca actividad de todo tipo, lleno de buenas gentes que nos repiten como un mantra para que no dejemos de serlo, sin nada que reclamar. De esta forma tanto Navarra, como el País Vasco, Cataluña o incluso Valencia, pueden tener su propio espacio reivindicativo pero además separados de Madrid por Aragón. Somos la “tierra de nadie” y lo curioso es que también somos la tierra que tampoco es de nosotros mismos.
Diluido el PAR y CHA por diferentes errores, debemos reconocer que ambas formaciones políticas tuvieron momentos de gloria, de sentido del territorio, de importancia estratégica, de futuro. Y que ambas por diversos motivos perdieron o admitieron que les robaran sus posibilidades de crecimiento. Lo curioso es que nunca ambas, siendo aragonesistas, hayan tenido una relación amable, cordial, de amistad, de hermanamiento. Les separa la ideología económica y social, pero no el aragonesismo. Pero es también bien cierto que los contrincantes políticos han sido mucho más hábiles que ellos dos, CHA y PAR, para saber edificar sus defensas, sus espacios. Ni CHA es en su núcleo un partido nacionalismo independentista, ni el PAR ha sido siempre un lugar rancio y clientelar de sus posibilidades.
Siempre nos olvidamos del PSA, ese partido político que nadie puede utilizar pues tiene dueños, que fue el germen de CHA, que tuvo programas políticos que si se rescataran a más de uno sorprenderían, que tuvo Diputado en Madrid y que incluso en su desfallecimiento tuvo Presidente del Gobierno de Aragón y un equipo de Consejeros, aunque algunos políticos actuales disfruten tapándolo.
Siempre terminamos haciéndonos la misma pregunta ¿Y ahora qué? Y aunque tomemos diversas posiciones, siempre admitimos que ahora será lo que quieran los aragoneses. Y siendo esto cierto es totalmente falso. Los aragoneses desearán y decidirán con arreglo a lo que se les presente. Nunca podrán decidir sobre algo que no exista, sobre un proyecto que no se presente, sobre unas ideas que no seamos capaces de ponerlas con forma y sentido sobre el Aragón que necesita futuro. Los aragoneses deciden. Pero sólo lo pueden hacer sobre lo que antes les hayamos construido los que tenemos la obligación de edificar el futuro. Y si hablo en primera persona es porque sin duda, cada uno de nosotrxs que deseemos empujar, activar, sugerir, aplaudir o edificar, nos debemos sentir en primera persona de lo nuevo. Es tanto lo que necesitamos de nuevo, que nadie sobra, sino al revés, todos faltamos para intentar que Aragón sobreviva con dignidad. Son muchos más los que desean un Aragón callado envuelto en un desierto de paso. Son muchos más los que incluso desde dentro de Aragón quieren que nunca exista el aragonesismo, ni de derechas ni de izquierdas. Pero si los que creemos en él, nos callamos, les estaremos dando la razón.
Julio M. Puente Mateo