Los pocos que hayáis aguantado el texto de mi entrada anterior habréis visto que os planteaba cinco posible diseños de
barrios para Zaragoza que de alguna forma ya existen. Eran muy pocas las
novedades que se incluían. Los diseños de las ciudades juegan sobre seguro, no
arriesgan, no quieren innovar ante el temor de fracasar, de que las críticas
sean brutales.
Si admitimos que el político municipal
siempre va a actuar con miedo estamos perdidos como ciudad. Tan perdidos como
si dejamos que cualquiera sin conocimientos de la realidad social de la ciudad
se dedique a diseñar como si estuviera dibujando el boceto de un cuadro
surrealista.
Pero cuidado con los estudios que indican
por donde hay que edificar o modificar las ciudades, esos estudios sesudos
donde intervienen sociólogos, economistas, urbanistas, políticos, ingenieros y
filósofos. Con sus criterios nunca se hubiera creado Hyde Park o Central Park y
hoy es imposible entender Londres o New York sin ambas actuaciones en los centros
más caros de dos de las ciudades más caras del mundo. Pero tuvimos la suerte de
que en algún momento alguien pensó que era mejor mantener las zonas verdes que
dejar que se edificaran más y más grandes edificios allí.
En las ciudades hay que investigar que se
hace, que demanda y espera el ciudadano, pero sobre todo que demanda el futuro
de la ciudad, qué van a demandar los nietos de los ciudadanos que hoy viven en
esa ciudad. El urbanista mezcla de político y osado líder ciudadano debe
dibujar el futuro, arriesgándose con sus estudios.
A la hora de estudiar que se puede hacer
en una ciudad, lo importante es sobre todo diseñar el tipo de preguntas de la que
esperas su respuesta para tomar la decisión. Si las preguntas son flojas, son
miedosas, son conservadoras, si son las mismas que se harían los ciudadanos que
conocen mucho menos la realidad de la ciudad pues disponen de mucha menos información
que tú, lo mejor es que no te preguntes nada. Hay que preguntar para atreverse,
hay que adivinar qué quiere la gente y enseñárselo antes de tomar la decisión.
Pero sobre todo hay que enseñárselo, y esto lo repito.
¿Qué sucedió con la peatonalización de la calle D. Jaime
de Zaragoza? Que no se enseñó. La idea era buena o mala, no lo vamos a decir
aquí y ahora, pero sobre todo lo que fue de premio a la estulticia fue no
enseñar la idea en su totalidad. Una idea no es una decisión, no es una frase,
es sobre todo algo que se puede imaginar la gente, algo que sin poderlo tocar
lo toca en su pensamiento.