Todos tenemos nuestra marca, nuestro
idioma, nuestra forma de expresarnos. La tienes tú querido lector, yo como la
suma de varios factores, un partido político, una ciudad, un equipo de
baloncesto, unas galletas o un paisaje. Es lo que somos, o —lo que es más
complejo de saber— lo que otros creen que somos.
Y ahora voy a hablar de política
aragonesa.
Nuestra “marca” la debemos
cuidar, mimar, hacerla crecer, mostrarla, no engañar con ella ni por ella,
limpiarla, darle brillo, modificarla de vez en cuando para que se modernice, cambiar
de asesores. Pero nunca debe dejar de ser “la
marca” con unos
condicionantes para que la reconozcan y respeten todos los demás.
Chunta Aragonesista no puede dejar de ser
aragonesista o dejará de ser CHA. Es así de sencillo de explicar y de entender.
Lo que no garantiza que ahora sea fácil ofrecer e interactuar con ideas y arquetipos
así; pero sí garantizan que si se mantiene “la
marca” es decir la
filosofía y la forma, por encima de modas o de momentos, se estará respetando a
los que antes de ahora han confiado en CHA.
En política democrática los que más
mandan son los ciudadanos, y son ellos como en todo proceso de decisión, los que
encumbran o hunden una marca, una idea, un servicio. No es solo el mercado,
que también, es el sentido común democrático.
Cuando un partido político da vaivenes
ideológicos lo tiene muy mal, sobre todo si es en momentos en que salen nuevos competidores.
La sociedad se pierde, se mezclan los idiomas de comunicación, dejan de creer
en los básico, ponen a todos en el mismo lugar en una sopa incomible. Lo que de
momento no evita que mantener “la
marca” sin entrar en fusiones o mezclas no suponga
perderla en tiempos en que todo está en cuestión. Pero al menos se es congruente con lo que hasta ese momento se ha
ofrecido a la sociedad.
Si para seguir vivo hay que disfrazarse,
lo mejor es morir. La sociedad siempre ha sido mucho más inteligente que los
vendedores de humo y detectan los engaños. Pero no siempre los votantes hemos
tenido donde elegir, o nos han presionado mucho con el miedo para que eligiéramos
de una manera determinada. Volverán a jugar con el miedo, que no se nos olvide,
pero por desgracia hoy el miedo es lo que ya tenemos.
El más grave problema que en estos
momentos tiene el PSOE es que sus votantes no saben bien qué es, qué marca
representa, pues en los años anteriores ha ido cambiando de personalidad y eso
atonta a los que sufren los vaivenes. El problema de IU es parecido pero con
otro paso distinto, no saben sus votantes si están dentro o fuera del futuro, si
son mejores o peores que los nuevos. El mayor problema que tendrán a partir del
verano Podemos es que deberán definir claramente qué son, donde están, qué
espacio y personalidad tienen, de qué manera y color es “su marca” además
de simplemente morada.
Si todos ellos lo hacen bien o mal, los
resultados serán bien distintos en noviembre. No solo dependerán de ellos sino
del resto de opciones, de sus propios candidatos y de los de el resto de
opciones, de sus programas y lo creíbles de sus soluciones. Es obvio, pero el
estar tan abiertos el futuro por tener casi todas las marcas políticas el mismo
camino iniciado pero no avanzado, nos entrega un año 2015 muy interesante.
Julio M. Puente