Tras leer de pasada el informe del Tribunal de Cuentas al ejercicio contable del año 2011 del Ayuntamiento de Zaragoza, de forma volada e intentando que el dolor de cabeza no se apoderara de mis sesos, debo terminar sospechando que esas 670 páginas gozan de excesivo sabor a juzgados, pues no me cabe otra solución a tantos errores.
Es complicado adivinar por donde se debería empezar. Pero yo si sé por donde va a terminar esto. Es solo un año contable el auditado y parcialmente, pero no va a existir Ayuntamiento nuevo en el año 2015 que antes no se ponga a auditar muy en serio toda la situación contable y económica del Ayuntamiento de Zaragoza. Eso, si encontramos entre todo a alguien que quiera ganar las próximas elecciones tras ver el desierto sin oasis que tenemos encima.
Es cierto que la deuda es inferior al presupuesto de una anualidad, dicho a lo bruto. Pero también es cierto que la sensación de que nada se ha hecho ni regular, trastorna a cualquier persona normal que se acerque a leer los informes que ha publicado abiertamente Heraldo de Aragón. No son solo diferentes interpretaciones contables o de la legalidad contable en cada momento del apunte. Son en muchos casos cambios de números para que el final esté lleno de resultados aparentemente distintos.
El palo a la gestión está servido envuelto en mucha polémica. Abrir a la información sin las explicaciones oportunas de unos documentos tan complejos, es un doble juego del que hay que huir. Todo se puede interpretar hasta que un juez lo interprete definitivamente.
El palo a la gestión está servido envuelto en mucha polémica. Abrir a la información sin las explicaciones oportunas de unos documentos tan complejos, es un doble juego del que hay que huir. Todo se puede interpretar hasta que un juez lo interprete definitivamente.
Algunas de las recomendaciones del Tribunal de Cuentas son urgentes y estando a primero de un año contable, deberías ser una exigencia básica para que no se complicara aun más el embrollo en el que parece metida la contabilidad de la ciudad de Zaragoza.
Julio M. Puente Mateo