A veces recordar el pasado puede ser positivo para las ciudades. Zaragoza tuvo su momento de éxito al principio de este siglo XXI cuando todo nos parecía posible, cuando llegamos a creernos que Zaragoza existía. Luego tuvimos que abrir al público la Expo 2008 y vimos que parte era aire y de agua menos de lo que esperábamos. Lástima de deuda.