El futuro comercial de las grandes
ciudades se están transformando en un camino de vuelta a “los centros”, en
una copia de lo que empezó al menos en Londres y París y ahora se está produciendo en
todas las grandes ciudades de España, Zaragoza incluida.
No tienen sentido los Centros Comerciales
en el extrarradio por varios motivos, desde lo artificioso que resulta
desplazarse a una zona comercial creada exclusivamente para ello, a los grandes
problemas de tráfico que generan en días clave o al vaciamiento de personas e
incluso de tiendas abiertas en días laborables y horarios de poca afluencia.
El consumidor ha cambiado sus sistemas de
ocio y compra y ahora se opta más por aquellos centros que añaden valor urbano,
estético, de ocio variado, de transporte público, de constante renovación,
incluso de grandes espacios más esponjados.
El ejemplo de Birmingham en Reino Unido es
el máximo de este ejemplo, con un inmenso centro comercial que agrupa a varios Centros
Comerciales en el propio núcleo de la ciudad, dejando al resto de la urbe sin
apenas comercios que no sea pequeños para el consumo de diario o claramente
llevados por inmigrantes ya totalmente asentados en la ciudad. Desde el mercado
de abastos al por menor o por mayor a las mejores firmas comerciales, pasando
por los emblemas locales de ocio, cultura o arte, mezclado con los museos, las grandes
iglesias, los centros de restauración más novedosos o con más sabor local, los
más modernos pub y una vida nocturna en aumento en esas misma zonas. Todo
rodeándose los unos a los otros en un inmenso parque de atracciones para el
consumo.
Este ejemplo en España no encajaría —de
momento— pues la vida de los barrios es muy diferente y el tipo de vivienda
crea y posibilita claramente el tipo de servicios que se necesitan. Pero en
Madrid, Barcelona o Bilbao ya se han realizado grandes movimientos hacia los
centros urbanos desde importantes firmas que antes no tenían presencia en las
calles urbanas importantes. Buscan grandes edificios a ser posible con
personalidad, los ocupan en su totalidad, crean una tienda con atractivo
colorido y atrayente personalidad que vive sobre todo de las sinergias de otras
tiendas de la competencia que se instalan cerca las unas de las otras.
Zaragoza cuenta en su centro urbano con
espacios clave para que sea ahora el caramelo que se está fabricando entre
grandes firmas de todo tipo, sabedoras que deben ocupar espacios comerciales estratégicos,
más si como parece probable, algunos Centros Comerciales de la periferia de
Zaragoza tendrán que cerrar en breve. No se trata de ampliar servicios comerciales,
sino de transformarlos, de cambiarlos de ubicación, de darles un atractivo
diferente, de cambiar el modelo americano de grandes Hipermercados en las
periferias por el modelo más europeo de grandes locales comerciales que crean
ellos mismos y en el Centro sus servicios comerciales agrupados. Volvemos al
siglo XX, si no es al siglo XIX.