Homenaje a nuestro más insigne surrealista, la
situación por la que atraviesa su museo es de lo más surreal que pasa en
Aragón. No es de nuestro negociado sino responsabilidad de
la Consejería de Cultura. No negaré la dificultad de lidiar con el carácter de
Buñuel, sus herederos y demás… Tan nuestro por otra parte.
Busto
de Luis Buñuel, museo de Calanda. Con olivera y ciprés. Los tres con raíz.
Ni que decir que todas las fundaciones, también la
de Gargallo, atraviesan por tensiones cuando las familias legatarias ven que la
administración depositaria se aparta, según su peculiar visión, de los
objetivos ad maiorem dei gloriam de difundir el legado de su familiar. Al que
tienen, por eso la expresión, deificado. O al que les interesa no depreciar,
dado que cuentan con su propio legado.
Por eso, al final mis simpatías son mayores hacia el
oscense Pepín Bello, urdidor de encuentros y relaciones varias de la Generación
del 27 sin obra propia. Una obra que solo y nada menos fu su propia vida.
Que llevar gente a Calanda más allá de Semana Santa
y mover un festival original de cine es difícil, no hace falta ser Patarroyo ni
Echenique para verlo.
Pero que por dimes y diretes al museo Buñuel de
Calanda le falta una programación sencilla de actividades tipo Fundación Goya
Fuendetodos –que no es tan cara- también me parece desde lejos y sin conocer a
fondo el problema.
Luis
Buñuel y Pepín Bello, aragoneses por el mundo (de la Residencia de
Estudiantes…). No eran los más guapos pero esas miradas… La sonrisa de Pepín
Bello, el hombre que nunca hizo nada.
Quizá la dimensión de Buñuel debiera ser patrimonio
y orgullo de todo el Bajo Aragón. No sé. Lo que sí sé es que la inversión está
hecha y bien hecha y que todos debemos implicarnos en que tenga rentabilidad
social.
Por ejemplo, a través de la Corporación de la
Televisión Aragonesa no sé de qué modo. Qué tal hacer algo con la Embajada de
México en España…
Ahora que estamos reivindicando tanto nuestro
patrimonio “sijeno”, que podemos recuperar en Huesca el legado Cajal, noticias
como que Ian Gibson en 2015 cedió sus documentos acerca de Buñuel a la
Fundación Lorca o que desde 2011 hay un centro dedicado a Buñuel en Ciudad de
México deberían obligarnos como aragoneses a hacer una reflexión conjunta. En
alguna dirección, quiero decir. Denominar melocotones y algo más… por si no se
ve por dónde voy.
28/07 Luis
Iribarren.