Dentro de estos juegos de la Zaragoza menos conocida, os dejo hoy un ejemplo bonito aunque algo ajado por los años, de una escultura con siete niños casi desnudos, que nos contemplan a los paseantes, para vigilar que aprovechamos lo que la ciudad no da, lo que la sociedad tiene la obligación de entregarnos.
¿Dónde está este friso, esta escultura? Es muy fácil. Creo.