Me calaste hondo
y ahora me dueles...
Si todo lo que nace perece del mismo modo.
Un momento se va, y no vuelve a pasar
Si todo lo que nace perece del mismo modo.
Un momento se va, y no vuelve a pasar
Sí, Enrique, pero eso lo decías cuando tenías
experiencia de la vida relativa. Eso sí, al menos lo barruntabas y lo
barruntábamos. Al menos ponías música de calidad en “La Estación del Silencio”.
Al menos vivimos una movida de pueblo, más rancia pero con más rasmia y donde
las personas contaban.
Al menos estableciste una continuidad musical con
la Nueva Trova Aragonesa. Tú también admiraste a Mauricio Aznar. Bebiste como
Auserón, el del Gancho, de otros vientos. Que recogieron después tantos brotes
de tu semilla negra: incluso se te puede reconocer en Violadores del Verso.
Calidad musical zaragozana. Canciones siempre con
escalofrío. Días con variaciones de 20 grados que están dentro de todos
nosotros, de todos nuestros creadores. Fantasmas de Goya. No dejamos
indiferentes.
Bunbury
desnudo musicalmente y en blanco y negro. Fuerza y matices siempre tuvo.
Se podrá estar enamorado o no de tu música. Mucha
gente lo está allende Aragón y eres un genuino representante de nuestra música
sin etiqueta aragonesa y sin fronteras. Pero siempre la encuentro basada en
nuestra dureza de paisaje y nuestros horizontes abiertos. Es que intoxicas de
tanta idea junta… Es posible que para bien.
Por eso te has revisado y te hemos revisado en tu
soberbio disco unplugged, desenchufado. En el que apareces enchufadísimo, tu
singular voz por fin sanitada y por fin amalgamada. Jugaste a destacar,
destacas enormemente siendo contenido. Eres brillante y lo sabes: me parece que
por fin lo sientes de modo sencillo. Se nota para bien.
Atarceder
por el Midi y Pantano de Lanuza.
Vas a estar muy inspirado en tu no Lanuza este
sábado. Tu territorio no es la fusión, enhorabuena. En eso Auserón no tenía
rival. Pero sois dos manifestaciones de singularidad zaragozana diferentes.
Así que lamento no poderte ver. Pero barrunto que
te vas a salir.
Lo que desde aquí quería agradecerte es que hayas
contribuido a hacer más ancho ese puente que nos une a Aragón y México. Por el
que transitaron cierta emigración aragonesa republicana –entre todos, Luis
Buñuel cuya época más fascinante creadora es, en mi opinión, la mexicana- y
cuyos primeros pasos se advierten en Miguel Serrano Larraz, nuestro pujante
escritor, y su parentesco con la estilística de Bolaño en “Los Detectives
Salvajes”.
Te gusta de corazón José Alfredo Jiménez. Cantas
en su homenaje. Qué grande, Enrique. Acabas de viajar hasta el corazón de mi
madre y de tantos casi analfabetos que lo cantaron en las rondas de los pueblos
aragoneses.
Eres no profeta en tu tierra, maño. Ya has
llegado y más que te disfrutaremos. Has elegido Los Ángeles para vivir que
tiene la misma luz…
“Aquí
está tu chaqueta en el Linacero, junto con la guitarra del Abuelo y la chupa de
Tako. Nunca te has ido. Los músicos de Zaragoza también te comprenden, te
valoran y crean grupos de culto, no para reivindicarte, sí para extender tu
poética. Que la tienes. Nuestro Dorian Gray sigue sin envejecer pero madura”.
26/ 07 Luis Iribarren