“La
espiral de la guerra donde nunca hay fin, donde el odio genera odio. Ojo por ojo, y el mundo se queda ciego. Venganzas inútiles
que tan sólo generan infancias rotas, familias separadas, hogares destruidos,
sueños difuminados ¿y todo por qué? por
intereses económicos, por mantener "nuestros territorios", por vencer
a "nuestros enemigos" a los que generaremos todavía más odio
y la espiral seguirá... “
Hace tiempo cree esta imagen y el texto de arriba para representar la guerra, Se me venía a la cabeza la Guerra de Siria, la situación en la franja de Gaza o la Guerra de Iraq.
Estamos viviendo un momento lleno de ataques xenófobos,
homófonos, terroristas, guerras y golpes de Estado que sacuden a territorios
vecinos y que no nos dejan indiferentes. El horror de la guerra es
generalizable a la violencia en general.
Es muy fácil perder el norte y caer en la espiral de la que hablo. Es sencillo tropezar en la generalización y en los estereotipos que generan un miedo y odio irracional contra cualquier persona que presente determinada característica.
La categorización es una de las funciones de la mente humana, con ella ahorramos recursos cognitivos y podemos reaccionar más rápidamente ante determinadas situaciones. Si vemos un insecto con pelos y ocho patas reaccionaremos con asco y miedo y nos alejaremos o la aplastaremos inmediatamente debido a que con el tiempo hemos asociado estas características a la definición de animal venenoso y peligroso, sin embargo, la mayoría de las arañas que nos rodean en España no son mortales. Aun así, este mecanismo de defensa es útil y nos protege de una posible muerte. Si nos equivocamos, es posible que hayamos “discriminado” o, en el peor de los casos, condenado a muerte a un animal inocente (espero que la mayoría simplemente huya o la eche de casa). En este caso las consecuencias para la humanidad son prácticamente nulas.
Pero ¿qué ocurre cuando asociamos el miedo y características violentas a las personas? Tras el nacimiento del Estado Islámico y la proliferación de atentados terroristas por su parte, con la consecuente retransmisión por parte de los medios de comunicación de imágenes de horror, es fácil que nuestro cerebro asocie la idea de musulmán a terrorismo. Es muy fácil categorizar, estereotipar y caer en un error que tiene fuertes consecuencias para la convivencia humana. Hablo exactamente del mismo proceso aplicado al pensamiento irracional de que “los policías blancos estadounidenses son asesinos de negros”, pensamiento que desembocó en la muerte de 5 policías en Dallas.
Quiero dejar claro, que los estereotipos forman parte de la especie humana y que para erradicarlos, primero hay que tener consciencia de que los tenemos, para después ser capaces de eliminarlos. También es importante conocerlos para que no los apliquemos automáticamente y que no nos comportemos injustamente.
De este modo, podremos romper la espiral de la violencia, porque el ataque terrorista y el disparo a un ciudadano estadounidense en su coche, fue realizado por una persona que pertenece a un grupo minoritario de radicales que no representa ni a al grupo general de musulmanes ni al grupo de los policías blancos. Si no queremos crear más radicales, tenemos que aprender a manejar nuestros estereotipos por que el odio produce odio.
Me gustaría terminar este artículo con la siguiente frase de Martin Luther King:
“La oscuridad no puede sacarnos de la oscuridad. Solo la
luz puede hacerlo. El odio no puede sacarnos del odio. Solo el amor puede
hacerlo.”
Que tengan un feliz día lleno de luz y amor.
Laurita Mazapán -
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