Quienes me conocen saben que soy optimista por naturaleza y que siempre intento sacarle el lado positivo al peor de los infortunios. Pero no ser agorero no es óbice para ser realista. Y hacer una lectura positiva en los nuevos datos del paro me cuesta trabajo.
Aplicando un análisis cualitativo, los 4.000 nuevos puestos de trabajo "creados" en Aragón, una mínima parte son indefinidos, el resto…, son contratos temporales típicos del verano: recogida de fruta y otros productos del campo, suplencias por vacaciones y servicios de hostelería. Siempre serán datos positivos, se puede decir, al menos recibirán una exigua nómina en ese corto tiempo. Pero lo cierto es que en Aragón también influye en ese descenso, la pérdida de población constante que llevamos sufriendo en estos últimos años.
A la baja natalidad, como consecuencia de esa inseguridad laboral, hay que sumarle la sangría de aragoneses y aragonesas que se escapan a otras comunidades y países. Los formamos aquí, muchos de ellos con un alto nivel de preparación, para expulsarlos al no crear trabajo para nuestra sociedad. Se van y, solo regresa uno de cada cuatro. El porcentaje no puede ser más desalentador.
Por eso, cuando se habla de cifras de paro, a nuestros avispados políticos se les llena la boca alabando los seis puntos por debajo de la media nacional de paro en el que Aragón se encuentra, pero es engañar la realidad. Sería positivo si ese ascenso ocupacional continuara todo el año y fuera acompañado por un aumento de la población. Esta es la realidad que hay que conseguir. Lo demás es engañarse y engañarnos.
Daniel Gallardo Marin