Nos habló Ortega y Gasset de: “la modorra de la conciencia popular”, cuando se dirigía a esa España que le jodía soportar. Modorra…, somnolencia de los enfermos, torpeza y desgana. Daría igual discutir ahora sobre qué ideología era la que mantenía el filósofo (incluso) poco reconocido en esta España rompedora con sus válidos.
Diseño del texto: David Angulo |
Ser capaz de analizar España y que ese análisis sea válido, si luego los tiempos le demuestran que acertó, no difiere mucho su contenido y validez si nació desde una ideología u otra.
España tiene modorra. Los españoles tenemos modorra. No es miedo, es asco lo que hemos demostrado hace una semana. Cansancio y poca rasmia, modorra y torpeza, pues quedarse en casa, votar nulo, hacer el tonto con la que tenemos encima es de imbéciles. ¿Alguien cree que lo mejor era quedarse en casa? Joder, si no se quiere votar a Podemos, votar al PSOE. Y si no se quiere votar al PSOE pues vota a Ciudadanos o al PP, o a PACMA, a la Falange o al PCPE. Pero quedarse en casa es dejar que todo siga igual y que sean otros los que se la jueguen a no hacer nada. Porque sabíamos que si todo terminaba igual, nos la volverán a meter cruzada.
¿Qué hay que demostrar para que detectemos que nos engañan, nos mienten, no nos hablan de lo importante, disimulan, no dan soluciones, dependemos de otros que viven a muchos miles de kilómetros pero que podríamos no hacerlo si por fin despertamos? Ahora podremos ponernos todos separados analizar los resultados y hacernos el harakiri. Pero no leemos a Ortega pues es de derechas. Joder, si él lo dijo muy claro. Tenemos modorra en España.
En el mismo fin de semana en que Ortega puso a parir a la República en un discurso que tituló “Rectificación de la República” en aquel recién estrenado invierno de 1931, se decía en los medios que no había más que dos tipos de gobierno. O un Gobierno de Concentración o un Gobierno de toda la izquierda. Sólo han pasado 85 años. Y se hablaba de que había que aprobar muchas leyes importantes, había una crisis encima que se consideraba muy importante, y aunque la mayoría en las Cortes era de los republicanos, se quería optar por la opción de los socialistas, como mal menor.
A la semana de aquel discurso de Ortega se formó el Tercer Gobierno de la Segunda República Española entre republicanos del PRRS (izquierdas) y socialistas, aunque duró sólo año y medio. El PRR de derecha jodió el invento. ¿Y qué propuso Ortega en aquel famoso discurso? Pues que la derecha capitalista (ya se llamaba así) se incorporara a trabajar con la República, a construir España en un trabajo común entre todos para elevar el nivel de la República y de los españoles.
Les dijo que había que dejar de ser chabacanos, que se debían seguir líneas sencillas pero gigantes, con menos apasionamiento y más ganas de trabajar. Joder ese Ortega que era de derechas. Y les dijo que en siete meses desde el nacimiento de la República se habían perdido energías, entusiasmo, y entraba en España el desasosiego, la dejadez, el desánimo, la tristeza, la modorra, el insulto.
Y hablaba de que menos políticas conservadoras, que ya estaban pasadas de moda y más políticas de equilibrios. Jodo. —¿Por qué si en España no hay burgueses suficientes, queremos gobernar desde políticas burguesas, desde una República burguesa?— decía sin ningún acierto un Ortega que se movía entre la filosofía posibilista y la revaluación de las normas incluso de las ideologías. ¿Es algo parecido a lo que ahora llamamos transversalidad?
Recordaba Ortega el crecimiento imparable desde hace 60 años de la clase obrera, un magnífico movimiento ascensional (decía textual), y advertía que toda política, inspirada en uno u otro temperamento e ideología, tendrá que ir inscrita dentro de este formidable influjo.
Es verdad que luego terminaba Ortega por decir que este movimiento obrero no era necesariamente ni socialista ni comunista y que estas ideologías eran transitorias. Aquí se equivocó, al menos en parte.
Pero decía casi al final algo importante para estos tiempos. “Gobernar es contar con todos”. Que dicho por mi, parecería que estoy apoyando ahora por un gobierno de concentración y no es eso, así que debo explicarlo. Ortega hablaba de algo imposible entonces y más hoy. La formación de un gran partido, casi único donde encajaran muy diversas ideologías, y tuviera como meta el funcionamiento ejemplar de la República. Y como los menos proclives a esta unión era las derechas republicanas, las animaba a unirse. Y a esta diferencia de concepto me quiero referir.
Creo que deben seguir peleando en las elecciones de todo tipo, los diversos programas pòlíticos y que sean los españoles los que decidan a quién les dan impulso o freno. Pero una vez que ya hay resultados, deben unirse unos y los otros, los conservadores burgueses y capitalistas por un lado y los progresistas y socialistas por otro, para ponerse a trabajar muy duro. No quiero diferencias de segundo apellido. Unos y los otros. Derechas e izquierdas. Arriba y abajo. Justicia o libertad. No es nada difícil de entender.
Ya entonces hace un siglo, no existía el centro, nunca ha existido. Al final el centro tiene que decidir si debe ser de derechas o de izquierdas, del gobierno o de la oposición. Del Madrid o del Barcelona. Carne o pescado. Los veganos se quedan un poco solitarios, aunque los admiremos mucho. Pero el planteamiento sigue siendo válido. O nos ponemos a trabajar muy duro o nos ponemos a descansar. Hacer de oposición, aunque sea muy duro y muy trabajoso, siempre es descansar. Pero dentro de esa decisión de “descansar” al menos es l´ógico pedir que dejen trabajar en unas determinadas condiciones a los que quieren y pueden trabajar. Las personas de este santo país modorro lo necesitan.
Julio M. Puente Mateo