Monumentos y esculturas emblemáticas de esta inmortal ciudad, Zaragoza, conviven entre el vandalismo y el olvido. Engañados con la falacia de que el espacio público no es de nadie, el vandalismo se ha convertido en nuestra ciudad en una de las lacras sociales.
La escultura de cobre en la Plaza Sarajevo, “Complicidad” en la Gran Vía, Royo del Rabal, “The Water Wagon" bajo el puente de la Almozara o "El equilibrista" han vuelto a la actualidad en los últimos meses, por haber sido vandalizadas.
Pero en esa falta de respeto y cariño por todo cuanto y a quien representa, el Parque José Antonio Labordeta se lleva el triste récord. Bancos de piedra destrozados, pintadas o esculturas mutiladas como las de Neptuno, la de Félix Cerrada o “La madre” de Angel Orensanz, entre otras. La última "hazaña" la han protagonizado unos salvajes que han destrozado con una retroexcavadora el quiosco de la música, Bien de Interés Cultural y vestigio modernista de la Exposición Hispano Francesa que llevaba ya tiempo colonizado por los terroristas del espray y por quienes lo convierten en un magnífico lugar para hacer botellón los fines de semana.
Este tipo de situación puede extrapolarse al parque de Miraflores, Plaza de los Sitios o las riberas del Ebro, donde el gamberrismo urbano que desprecia la idea de lo público campa a sus anchas. Los destrozos de quienes imitan a Atila no pueden quedar impunes. El ayuntamiento tiene que tomarse en serio el cuidado del patrimonio cultural y perseguir y castigar a quienes lo estropean, con sanciones que no solo escuezan los bolsillos de sus familias, sin estos son menores.
También mostrando públicamente sus nombres e identidades, para que todo el mundo sepa qué es lo que han hecho. No solo es vergonzoso los efectos de este fenómeno que altera la convivencia y destruye el patrimonio, también lo es que el Ayuntamiento no intente atajarlo de la manera más eficaz posible: con mayor vigilancia y fuertes multas y castigos, pero también con prevención en los colegios y familias, a través de la educación.
Daniel Gallardo