Depositario
del humor negro con algo de chulería bien entendida de la Canal, donde cuenta
más ser personaje y hacer comedia que tener afán por el dinero o el consumo, se
nos ha ido Braulio Abad y con él casi toda una generación.
Sólo queda de los nacidos un poco antes de la Guerra, los machacados en la posguerra, además de algunas de nuestras madres, el elegante y educadísimo Ramón Pérez. Que cuando murió mi padre me mandó una carta mecanografiada a casa que me hizo llorar mucho. De rabia, porque no podré estar nunca a esa enorme altura de buena vecindad.
No sabéis quién es pero Braulio, familia de los canónigos del Pilar Bordetas que vivían en un piso en la torre que alberga el museo, representa ese mundo ido en cada pueblo. Berdún todavía existe, pero aunque las casas no estén espaldadas, sí se espaldan quienes todavía nacieron en ellas y no con la matrona de Jaca.
El
final del invierno me ha traído un soplo de frío que me ha entrado por la
columna. Mi bello pueblo camino de ser nada más que un decorado.
Ellos sí que
tenían currículum, una vida de verdad. Formó parte
Braulio del mundo que se está yendo de los bersolaris populares, fijando la
memoria de un pueblo casi nómada y apenas leído. Pero inteligente. Que habla con
naturalidad con el del otro lado de la barra o juega al guiñote contando de
memoria, como su hermano Paulino. Siempre la sonrisa puesta en el dolor.
Ese mundo se nos va. El mundo del humor blanco de la Codorniz de cada núcleo aragonés.
Estuve con él
el sábado y le dije, si sales de esta ITV tendrás para cinco años… Pero el
final del invierno se los lleva…
A estos personajes con difícil acomodo en la industria zaragozana, emigrados pero cabalmente personajes que vivieron para poder seguir haciendo rimas y ripios una vez al año en verano.
Foz
de Biniés, carretera abierta a dinamita por nuestros abuelos. Todos ellos eran
grandes personajes, gente muy alegre y conversadora como Braulio.
Sus hijos no
valemos tanto aunque aparentemos más.
Te dedico estas letras a tí que tanto escribiste y tan buen oído tenías para rimar. Braulio de casa Antonio Pérez, donde se supone que se escondió el secretario que casi terminó con nuestros fueros antes de pasar a Francia. El provocador del final del Justicia de Aragón.
Ninguna leyenda negra para Braulio. Os doy el pésame a sus queridos hijos, amigos y lectores del blog.
Pero me lo doy a mí mismo porque tras la muerte de Manolo Turrau, de Conrado Iñíguez, de José Manuel de Boira, de Rafael de Bandrés y de mi propio padre se abre un nuevo agujero insondable en la barra del bar de Berdún.
Como en cada pueblo aragonés, la desazón es que nadie lo llenará.
Pero la realidad también pasa por reivindicarlos y que su especial forma de vivir se sepa que perdurará mientras yo y otros tengamos aliento para escribir…
Gracias por tu estilo y tus lecciones de humor y educación, querido Braulio. He tenido la suerte de tener muchos padres, entre los que te incluyo. Te iré a ver mientras viva donde estés. Porque has vivido al menos desde la fundación de Berdún hasta que la última persona que te conoció tengamos raciocinio.
23/02 Luis Iribarren