Paseando por el centro de Zaragoza descubrí ayer dos marcas, dos negocios o tiendas, que cesan en sus actividades. Previsiblemente cierran y desaparecen. Por una parte la famosa y muy antigua zapatería “El Pelícano” en la calle Alfonso. Y por otra la tienda de muebles “Álamo” en San Vicente Paúl, que desde 1962 ofrecía un tipo de mueble diferente al habitual. Dos pérdidas que se van sumando a las muchas que suceden en los centros urbanos de las grandes ciudades, por errores a la hora de legislar, por competencias contra las que defenderse es difícil, en parte por culpa en definitiva de los posibles clientes. Enseguida se llenarán los locales de alguna franquicia de las que son siempre iguales en todo el mundo.