INTROITO. Hace tres
años, el “+Ara” empezó como una amplia reflexión sobre Aragón, nuestra realidad
y nuestro futuro. Proyecto que comenzó cuando la sociedad se planteaba la
posibilidad de realizar cambios, ajustes. Desde CHA estamos sin duda dispuestos
a asumir ajustes, cambios, pero desde Aragón. Nosotros somos el cambio desde
Aragón.
El “+Ara” ha
tenido varias vertientes. Se editó un cómic, “El viaje de Beltrán”, una
preciosa historia de un niño que, con una dragona viajaba por el tiempo y por
Aragón. El 24 de abril de 2014 se inauguró en Huesca una exposición que da unas
pinceladas sobre Aragón y que, tras visitar las comarcas aragonesas, llegará a al
Centro de Historias de Zaragoza el próximo 15 de abril de 2015.
Y en ese
marco del “+Ara”, hace ya tres años, en este mismo lugar donde ahora se cierra,
en el Teatro Principal, comenzaron una serie de mesas de reflexión sobre
Aragón, sobre diferentes cuestiones y que terminó ayer con una mesa sobre Zaragoza:
presente y futuro. Una reflexión oportuna acerca de la capital de Aragón.
EL FENÓMENO
URBANO: EL CASO DE ZARAGOZA. Desde el
surgimiento de las ciudades en el Neolítico, el desarrollo de éstas ha ido
aparejado al desarrollo humano. El lugar natural para vivir el ser humano es la
Ciudad, donde puede desarrollar mejor sus potencialidades.
De la ciudad
que nació amurallada y con estrictos límites físicos, hemos pasado en la
actualidad a ciudades con difusos límites y a aglomeraciones urbanas con un
núcleo central o varias centralidades, realidad que no siempre tiene su reflejo
jurídico o administrativo, como es el caso de Zaragoza y los municipios de su
entorno, sin encuadre en la planta local aragonesa.
Lo urbano es
el reflejo de la pluralidad que define lo humano. Y desde la ciudad se irradian
el desarrollo, la innovación, el avance cultural, las ideas, las técnicas a
toda la sociedad circundante, al área de influencia urbana que puede ser
mundial (Nueva York, Londres o París) o restringida a un área (Aragón y el
Valle del Ebro en el caso de Zaragoza). Evidentemente, hay zonas rurales en las
que por el peso de la propia estructura social y tradición local el avance de
las nuevas ideas, de las nuevas técnicas se dificulta, retrasa o, en el peor de
los casos se impide, lo que las sitúa en la marginalidad del desarrollo humano.
Zaragoza,
capital de Aragón, es la ciudad cuyo área de influencia urbana incluye Aragón y
el Valle Medio del Ebro, pero es también la ciudad central de un área
metropolitana cuyos límites, más o menos difusos podríamos situar en la
isócrona de una hora y situada en un polígono de desarrollo clave en el Sur de
Europa cuyos vértices serían las áreas metropolitanas de Madrid, Barcelona,
Valencia, Montpellier, Marsella, Toulouse, Bilbao y Burdeos.
No podíamos, por tanto, en un
proceso de reflexión sobre Aragón obviar la ciudad de Zaragoza, casa y capital
de los aragoneses, el área urbana que tiene la responsabilidad de expandir su
desarrollo y potencialidad al resto de Aragón, clave para aminorar el grave
desequilibrio territorial que padecemos. No se puede ordenar un territorio sin
contar con el punto que concentra más de la mitad de la población y de la
renta. Zaragoza y su área han de desarrollarse para que el resto de Aragón
tengan posibilidades de desarrollo.
LOS RETOS DE
FUTURO. Muchos son
los retos a los que se enfrenta la ciudad del futuro y, por tanto, también
Zaragoza.
Convertir la
diversidad social en un activo. La realidad de la inmigración, el
envejecimiento de determinados barrios, las diferencias sociales, económicas,
espaciales dentro de la ciudad deben convertirse en una oportunidad de
convertir lo diverso que define lo urbano en un factor de integración. Una
ciudad cohesionada, solidaria no es una ciudad homogénea, es una ciudad
heterogénea en un contexto de respeto pasando de la cohesión grupal a la
cohesión social.
La ciudad
del siglo XXI debe repensar su urbanismo, la ordenación de sus espacios
urbanos, la recualificación de las áreas urbanas, la integración de sus elementos
naturales, la mejora de sus barrios y áreas residenciales teniendo en cuenta la
ordenación territorial intrametropolitana.
Decíamos
antes que las áreas metropolitanas son resultado de un proceso que desborda los
límites municipales, transformándose en un sistema que integra ciudad y
periferia. Las decisiones que se adoptan en cualquier municipio del sistema
afecta al resto, por ello es precisa una acción coordinada puesto que si en la
aglomeración urbana de Zaragoza hasta los años 80 del siglo XX el crecimiento
básicamente se centró en Zaragoza, de entonces a hoy el crecimiento y el
proceso de industrialización y terciarización se dispersa a otras localidades y
ejes. A esa realidad no se puede responder con falta de planificación conjunta
especialmente en urbanismo y movilidad.
La ciudad
debe ser un espacio de creación, de cultura. La ciudad debe ser vivida,
disfrutada. La cultura entendida como un derecho, como conocimiento, reflexión,
diálogo, debate, riesgo e innovación, pero también como espectáculo, como
diversión, como entretenimiento y, por qué no decirlo, como recurso económico
de la ciudad, como posibilidad de establecer vínculos internos y como conexión
exterior.
Y,
finalmente, la proyección exterior. Vivimos en un mundo cada vez más
interrelacionado y con mayor competitividad entre áreas metropolitanas y es
preciso actuar conjuntamente para competir frente al exterior. Zaragoza y su
área deben posicionarse en el lugar que merecen como área metropolitana media
europea. Las ciudades compiten entre sí, pero también cooperan en cuestiones
estratégicas como infraestructuras de conocimiento, nodos de transporte y, por
lo tanto, es básico buscar dinámicas de competición cooperativa, especialmente
con las áreas metropolitanas de la península ibérica y del sur de Francia que
citaba al inicio.
En definitiva, el debate sobre el
presente y el futuro urbano siempre es de gran interés, pero cuando se hace
sobre tu ciudad, a ese interés se suma la pasión y pasa a ser un debate apasionante.
Jorge
Marqueta Escuer.