Anzánigo |
En algún otro apartado anterior he
hablado de la enorme diversidad de Aragón, y de lo positivo de esto. Aunque
haya que reconocer que también tiene aristas complejas de asumir sin el
análisis necesario. Hay personas en Aragón que ya han escrito profundamente de
estas diferencias entre la gran ciudad y las intermedias, entre las zonas
rurales y las urbes, entre el llano y la montaña, entre el alto Aragón y
Teruel, entre las zonas de secano profundo y las de la nieve.
Mientras Aragón no sepa analizar esto con
calma pero con capacidad de trabajo en común, formando un equipo capaz de
articular las personalidades diferentes para trabajar hacia el mismo objetivo,
sobra todo lo demás. Esto es duro y complejo de asumir, pero es básico. Hay que
encontrar la argamasa que sepa unir. Sabiendo que es nuestro punto más débil y
el que emplearán los que desean todo lo contrario.
No tenemos un idioma sino tres. No
tenemos uniformidad geográfica ni económica. No la tenemos tampoco en el tamaño
ni en las diversas posibilidades de actuación. Así que hay que buscar otras
posibilidades más altas pero más complejas. Hay que creer en Aragón como
herramienta de futuro, sobre todo amparándonos en que todos nuestros vecinos si
creen en sus territorios y no existen posibilidades de fusión, sino acaso de
robo.
Aragón es un ente unido que no admite
divergencias ni “troceamiento” de su territorio, sino acaso de substracción de sus posibilidades
por parte de listillos que saben remar hacia sus aguas. No debe darnos miedo
hablar de esta posibilidad pues si queremos hablar de futuro hay que poner
sobre la mesa nuestras debilidades, nuestros riesgos. Y evitarlos. La única
manera de crecer en la unión de Aragón es asumiendo sobre la mesa del análisis
de futuro que puede desunirse. Duro, complicado, pero cuidado, no imposible. Y
no solo diseñado desde fuera de Aragón, si no somos capaces de dotar de
posibilidades de futuro a todo nuestro territorio.
Julio M. Puente Mateo