Aragón
no es el Ebro. Es un gran error que nos ha llevado a la equivocación. El eje
geográfico es el Ebro, pero no debemos bascular solo sobre la geografía sino
sobre la historia, la sociología, la cultura, la economía, el empleo, las
instituciones, la justicia propia, las capacidades, la Universidad. No hemos
defendido con el mismo brío la pérdida de nuestra Universidad o de nuestra
cultura (por poner solo dos ejemplos reales y patéticos), de lo que hemos
defendido el Ebro.
En esta apreciación podría haber incluido
la palabra “solo” entre las cinco primeras palabras. Pero no quise. El Ebro es
fundamental, pero durante muchos años el Ebro nos ha parecido como la única
herramienta de agrupamiento sobre la identidad aragonesa. Y siendo un gran
error por la facilidad que tapaba todas las demás probabilidades, resultó lo
más sencillo de hacer y además lo más eficaz, para enterrar todas las demás
posibilidades de trabajo, que olvidamos durante décadas para enterrar la
recuperación del aragonesismo inteligente para nuestra sociedad.
Primero porque el Ebro no es solo Aragón,
pero es que además a muchos aragoneses el Ebro les pilla muy lejos en la
distancia geográfica y sobre todo en la mental. El Ebro es parte de Aragón,
pero no todo Aragón. Ni tan siquiera es el eje desde su Zaragoza más habitada,
pues se piensa de muy diferente forma del Ebro desde Gallur a Fraga pasando por
Zaragoza. No añado aquí Ansó o Albarracín, para no insistir en el error de
emplear al Ebro como único símbolo aragonés.
Con el crecimiento del Ebro como símbolo,
se enterraron los trabajos que debía entregar a Aragón más edificaciones
válidas en su personalidad. Todo debe tener el tamaño que le corresponde con
arreglo a lo que deseamos lograr. Y Aragón debería haber basculado en este
periodo tan importante en su historia reciente sobre: su personalidad
histórica, su cultura, sus posibilidades de futuro, su Universidad, su
industria, su potencial natural, su diversidad, su Arte, su intelectualidad
pasada y presente.
Julio M. Puente Mateo