7.3.15

Hay que repensar Aragón. Pensamiento 1 (Aragón es más que un espacio)

Escribía el otro día sobre el "repensar Aragón" que había sacado Lambán como objetivo, y tomaba el guante de su propuesta con treces apuntes que ahora paso a desgranar uno a uno, en diferentes entradas.
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1/ Aragón es mucho más que un cruce de camino entre vecinos complicados en lo político y económico, para ser un Aragón más débil que ellos.

Tenemos una privilegiada situación geográfica que no solo no hemos podido rentabilizar sino que tras las viejas pérdidas históricas de nuestra salida al mar, debemos reconocer que se ha ninguneado pues nos han ido restando también las salidas lógicas a Europa, en beneficio de los vecinos más exigentes.

Aragón ha sido la gran damnificada en el diseño del norte de la España que desde las últimas décadas quiere salir a Europa. Pero quejarse nunca ha servido lo suficiente en las políticas internaciones o de grandes inversiones, por lo que se debe desde Aragón buscar otras alternativas más eficaces. Al menos complementarias.

Somos el espacio necesario entre el Madrid que ejerce de padre y la Barcelona que ejerce de hermano mayor. Repito. El espacio necesario. No el espacio vacío, ni el espacio desierto, ni el impertinente. El necesario, con todo lo que esto representa, si supiéramos hacerlo respetar.

Los espacios sociales se edifican con personas, sin ellas nada sirve, nada tiene sentido. Y al resto de esa España tirante, Aragón le molesta excepto que seamos un simple cruce de caminos, un espacio de movimiento o de granero, un chiste lleno de buenas gentes. Pero Aragón debe ser mucho más que el cruce de caminos entre los grandes vecinos de esta familia en la que solo somos el niño mudo.

Nunca nadie va a reconocer desde fuera de Aragón que molestamos, porque simplemente desean con nosotros tener una relación simple, exenta de conflictos, de personalidad, de sentido vital de la exigencia como sociedad con necesidades diferentes a las que nos regalan desde Madrid. No nos malquieren, simplemente nos obvian.

Aragón es necesario, pero sobre todo es necesario callado. España —dicen ellos— no soportaría un espacio como el aragonés con reclamaciones importantes, pues es la única salida que le queda a su España uniforme hacia la Europa que simplemente mira. Si España tiene que resolver un conflicto, que no haya duda alguna, con quien primero lo resolvería por la fuerza sería contra Aragón, por debilidad y por estrategia. Por eso es fundamental para el resto que Aragón sea un desierto callado.

Decía yo antes, que quejarse no sirve. Emplear sin inteligencia el conflicto tampoco. No tener a una sociedad aragonesa conociendo con claridad las posibilidades de futuro de sus generaciones venideras tampoco. Por eso lo que nos queda es saber enseñar, mostrar lo que somos y de lo que podemos ser capaces de ser, amar lo que fue propiedad de nuestros antepasados y ahora nos toca administrar a nosotros. Desde el respeto y la serenidad, pero desde la planificación inteligente y lenta, que es la que perdura y la que produce frutos. Lenta no es sinónimo de incapaz. Hay que avanzar en un Aragón posible, pero en un Aragón atrevido e innovador, donde se marquen claramente nuestras personalidades junto a nuestras enormes posibilidades.

Recuperar la identidad aragonesa se debe basar en la normalización del sentido común que avance hacia el aragonesismo válido, en la búsqueda del futuro como una actividad planificada y pedagógica sin desvíos absurdos hacia caminos que no nos conducen más que al conflicto entre nosotros o a la tontería del desatino. Cada territorio y cada sociedad tiene sus propias hojas de ruta, cada momento histórico sus tempos y sus tiempos. No acertar con la velocidad es tan grave como no hacerlo con los destinos, con los caminos vacíos que no conducen a nada, con las características personales de un Aragón que debe reedificarse sobre su sociedad buscando sus propias capacidades.

Podemos no querer. Es posible pues que ya nos hayan inoculado para ser callados y quietos. Pero entonces lo que debemos hacer los que SI queremos, es simplemente enseñar, redoblar nuestros trabajos en enseñar, en diseñar las hojas de trabajo y en aplicarles más calidad total a las ideas. Sumar y nunca dividir ni mirar los números. Solo trabajar más y más por el Aragón válido que tiene que ser.

La intelectualidad aragonesa debería liderar este proyecto de redefinición del aragonesismo. Profesores, juristas, artistas, empresarios, sociólogos, comunicadores, agricultores, sociedad civil que se encuentra totalmente apartada de la vida política deberían diseñar las hojas de ruta para que fuéramos todos más capaces en busca de unas metas claras. Y entregar esas conclusiones plurales y tal vez divergentes a los políticos para que las hicieran suyas y las intentaran dar forma.

No hay un solo aragonesismo posible, pero lo cierto es que hoy no hay ninguno que sea emanado desde la sociedad hacia los gestores. Los políticos debemos liderar las ideas y proyectos sociales de gran altura, pero si somos los únicos que diseñamos el futuro, nunca será un futuro, sino acaso un presente. 

Julio M. Puente Mateo