Cuarenta años con Franco y cuarenta sin
él. Recuperar libertades para quienes vivimos esos años en una España gris a la
actual policromada, me ha ayudado a valorar la palabra democracia, a pesar
de sus imperfecciones.
Se me agolpan recuerdos de ese pasado sin juventud, de
una escuela que muchos tuvimos que abandonar en edad temprana para trabajar y
ayudar a sostener a la familia.
La represión no solo era política.
Intentaban aplastar la sexualidad, las ideas, lo diferente bajo el pie férreo
del Ejército y con la bendición de la Iglesia. Fusilamientos y garrote vil
para disuadir a los contrarios al régimen y portavoces de la libertad. El
autoritarismo y antiliberalismo, doctrina del franquismo terminaron poco antes
de su muerte. Libertades coaccionadas y analfabetismo para mayor gloria del
dictador.
Aragón en ese tiempo, sufrió la más
sangrante emigración que se recuerda. En busca de trabajo se abandonaron
nuestros pueblos y tierras para enriquecer a otros (Cataluña, País Vasco y
Madrid). Desde este negro pasado me viene de vez en cuando a la memoria el
valor de vivir en democracia, libertad, y leyes, con ausencia de servidumbres y
besamanos. La democracia. Que puso jefes en lugar de amos.
Bien es verdad que la Democracia la hemos
empobrecido por cientos de casos de corrupción de personajes públicos,
privados, y realezas, por los desahucios, por una segunda emigración o por la
pérdida actual de derechos provocada por un gobierno con tendencia al pasado.
¿A qué espera mi querido Aragón? Utilicemos la democracia para defender
nuestros derechos y todo cuanto representa Aragón.
Daniel Gallardo