En 2002 hubo
graves inundaciones en Centroeuropa y fue un punto de inflexión de las
políticas de tratamiento de los ríos en Europa. Se decidió devolver espacio a
los ríos y redactar una Directiva europea que trata sobre las inundaciones
(2007/60/CE). Llama la atención que los recurrentes episodios de inundaciones
en el sur de Europa no sirvieran para que se pensara sobre el fenómeno, fue
preciso que las aguas inundaran el centro europeo (Chequia, por ejemplo). Pero
esa es otra cuestión.
Con la crecida
del Ebro de 2003 se redactó un Plan Medioambiental del Ebro y Bajo Cinca (2005)
que hoy está olvidado.
La Presidenta de
Aragón hablaba de un río con comportamiento “extraño” (la dinámica fluvial del
Ebro es la misma desde hace milenios); el ex-Presidente de la Diputación
Provincial, Sr. Lambán, volvía a dar muestras de la enorme ignorancia a la que
nos tiene acostumbrados, en este caso culpando a las políticas
medioambientales; ayer el Alcalde de Zaragoza se unía al coro de peticionarios
del dragado del río, no faltan quienes piden más embalses, quienes ven en la
riada un argumento a favor del trasvase.
Pero conviene tener en cuenta varias
cuestiones:
1.- Un río no es
solo una corriente de agua: es el cauce, el freático, las aguas subterráneas,
el espacio lateral inundable, la llanura aluvial y está inserto en una cuenca hidrográfica de varios
kilómetros cuadrados, el valle. En el caso del río Ebro hay que tener en cuenta
todo el Valle del Ebro, el espacio comprendido entre la Cordillera Cantábrica,
el Pirineo y las Serranías Ibéricas. Y funciona como un sistema, lo que afecta
en una parte afecta al todo.
2.- El río no
tiene “comportamiento extraño”, lleva milenios actuando así. El Sistema
Automático de Información Hidrológica de la CHE permite predecir y prever estas
situaciones con la suficiente antelación. El no haber tomado medidas ni
informado a tiempo es culpa de los gestores, no del río.
3.- Las riadas
son un proceso natural y muy habitual en un régimen hidrográfico mediterráneo,
con estiajes y crecidas, con épocas de lluvia (o nieves) abundantes y grandes
sequías. Hay que aprender a convivir con ellas. Limpian el cauce, arrastran
madera muerta, expanden sedimentos y nutrientes, fertilizan las llanuras de inundación,
recargan los acuíferos, diluye contaminantes....
4.- El Valle
Medio del Ebro tiene muy poca pendiente y, por lo tanto, una gran llanura
inundable en ambas márgenes. Algo que conviene tener en cuenta y valorar para
tener zonas que se deben de inundar por la lógica dinámica fluvial, compensando
económicamente a los perjudicados. Hay que prever espacios donde dejar que el
río se expanda y alivie para evitar males aguas abajo, tanto públicos
(especialmente urbanos) como privados.
5.- Las
catástrofes se generan por el espacio “okupado” al río. Si construimos
viviendas, infraestructuras, explotaciones agropecuarias en la llanura
inundable debemos conocer y valorar el riesgo que asumimos. Conviene revisar la
política de Ordenación Territorial llevada a cabo en el Valle del Ebro.
Recientemente, el PSOE en el Ayuntamiento de Zaragoza planteaba la posibilidad
de construir viviendas en el antiguo meandro de Ranillas. CHA se opuso. El
Parque Metropolitano Luis Buñuel es zona inundable y debe serlo. Debe servir
para paliar los efectos de la riada aguas abajo. Debería haber más aliviaderos
en el cauce (vid. punto anterior).
6.- Las motas
deberían estar más lejos del cauce. Las defensas comprimen el agua, que pasa al
freático y se producen inundaciones en puntos relativamente alejados del cauce,
los sedimentos no pueden ser transportados y se acumulan, no se expanden y se
“tapona” el cauce fluvial. Además muchas veces son inútiles, el río las
“salta”.
7.- El dragado
del río no es solución. Tantas veces como se dragara, tantas veces se
colmataría el lecho dragado. Como ocurre en Zaragoza, donde es preciso dragar
casi anualmente para que pasen barcos ridículos de ínfimo calado con el coste
que conlleva. Ver en el Ebro a su paso por Zaragoza invadido con maquinaria
pesada, sin control ambiental de ningún tipo no solo es doloroso, es costoso,
contraproducente e inútil, el río vuelve a acumular materiales. Pero, además,
como ha demostrado del Dr. Ollero del Departamento de Geografía de la
Universidad de Zaragoza y profesor del Centro Ibérico de Restauración Fluvial,
si se rebajara un metro el fondo del lecho del río, para una crecida de 2000
m3/s y teniendo en cuenta la velocidad del río tan solo rebajaríamos el nivel
de la corriente 8 centímetros en la sección dragada. Es mejor no hacer cálculos
de qué inversión necesitaríamos para dragar y rebajar ese metro en todo el
cauce desde las estribaciones de la Cordillera Cantábrica a Tortosa. Evidentemente,
nadie se plantea que tras ese supuesto dragado habría efectos secundarios:
erosión remontante, encajamiento del lecho, descenso del freático, secado de
pozos, posibles afecciones a las estructuras de puentes,… En 2010 se dragó en
Gallur y Cabañas de Ebro; en 2013 en Novillas, Pradilla de Ebro, Boquiñeni y
Pina de Ebro: algunas de esas localidades son, precisamente, las más afectadas
con la riada actual.
8.- La
desforestación de la cuenca del Ebro es, en buena medida, responsable del
agravamiento de las consecuencias de las riadas. Con vegetación el agua
llegaría al cauce, pero más lenta y gradualmente.
9.- La
desaparición de bosques de ribera y sotos también ayudan a favorecer la
velocidad del agua. Habría que reconstruir esos sotos y favorecer plantaciones
compatibles con inundaciones (choperas, por ejemplo).
10.-
Evidentemente, hay que limpiar el río, pero de basura, de residuos humanos
acumulados. Eliminar sedimentos, vegetación (viva o muerta), elementos
naturales no es limpiar el río, es matarlo. Eso no excluye actuaciones
puntuales donde la vegetación muerta haya quedado retenida.
Jorge Marqueta
Escuer.