3.3.15

La riada del río Ebro 2015 vista por un geógrafo

En 2002 hubo graves inundaciones en Centroeuropa y fue un punto de inflexión de las políticas de tratamiento de los ríos en Europa. Se decidió devolver espacio a los ríos y redactar una Directiva europea que trata sobre las inundaciones (2007/60/CE). Llama la atención que los recurrentes episodios de inundaciones en el sur de Europa no sirvieran para que se pensara sobre el fenómeno, fue preciso que las aguas inundaran el centro europeo (Chequia, por ejemplo). Pero esa es otra cuestión.
 
Con la crecida del Ebro de 2003 se redactó un Plan Medioambiental del Ebro y Bajo Cinca (2005) que hoy está olvidado.
La Presidenta de Aragón hablaba de un río con comportamiento “extraño” (la dinámica fluvial del Ebro es la misma desde hace milenios); el ex-Presidente de la Diputación Provincial, Sr. Lambán, volvía a dar muestras de la enorme ignorancia a la que nos tiene acostumbrados, en este caso culpando a las políticas medioambientales; ayer el Alcalde de Zaragoza se unía al coro de peticionarios del dragado del río, no faltan quienes piden más embalses, quienes ven en la riada un argumento a favor del trasvase. 
Pero conviene tener en cuenta varias cuestiones:
1.- Un río no es solo una corriente de agua: es el cauce, el freático, las aguas subterráneas, el espacio lateral inundable, la llanura aluvial  y está inserto en una cuenca hidrográfica de varios kilómetros cuadrados, el valle. En el caso del río Ebro hay que tener en cuenta todo el Valle del Ebro, el espacio comprendido entre la Cordillera Cantábrica, el Pirineo y las Serranías Ibéricas. Y funciona como un sistema, lo que afecta en una parte afecta al todo.
2.- El río no tiene “comportamiento extraño”, lleva milenios actuando así. El Sistema Automático de Información Hidrológica de la CHE permite predecir y prever estas situaciones con la suficiente antelación. El no haber tomado medidas ni informado a tiempo es culpa de los gestores, no del río.
3.- Las riadas son un proceso natural y muy habitual en un régimen hidrográfico mediterráneo, con estiajes y crecidas, con épocas de lluvia (o nieves) abundantes y grandes sequías. Hay que aprender a convivir con ellas. Limpian el cauce, arrastran madera muerta, expanden sedimentos y nutrientes, fertilizan las llanuras de inundación, recargan los acuíferos, diluye contaminantes....
4.- El Valle Medio del Ebro tiene muy poca pendiente y, por lo tanto, una gran llanura inundable en ambas márgenes. Algo que conviene tener en cuenta y valorar para tener zonas que se deben de inundar por la lógica dinámica fluvial, compensando económicamente a los perjudicados. Hay que prever espacios donde dejar que el río se expanda y alivie para evitar males aguas abajo, tanto públicos (especialmente urbanos) como privados.
5.- Las catástrofes se generan por el espacio “okupado” al río. Si construimos viviendas, infraestructuras, explotaciones agropecuarias en la llanura inundable debemos conocer y valorar el riesgo que asumimos. Conviene revisar la política de Ordenación Territorial llevada a cabo en el Valle del Ebro. Recientemente, el PSOE en el Ayuntamiento de Zaragoza planteaba la posibilidad de construir viviendas en el antiguo meandro de Ranillas. CHA se opuso. El Parque Metropolitano Luis Buñuel es zona inundable y debe serlo. Debe servir para paliar los efectos de la riada aguas abajo. Debería haber más aliviaderos en el cauce (vid. punto anterior).
6.- Las motas deberían estar más lejos del cauce. Las defensas comprimen el agua, que pasa al freático y se producen inundaciones en puntos relativamente alejados del cauce, los sedimentos no pueden ser transportados y se acumulan, no se expanden y se “tapona” el cauce fluvial. Además muchas veces son inútiles, el río las “salta”.
7.- El dragado del río no es solución. Tantas veces como se dragara, tantas veces se colmataría el lecho dragado. Como ocurre en Zaragoza, donde es preciso dragar casi anualmente para que pasen barcos ridículos de ínfimo calado con el coste que conlleva. Ver en el Ebro a su paso por Zaragoza invadido con maquinaria pesada, sin control ambiental de ningún tipo no solo es doloroso, es costoso, contraproducente e inútil, el río vuelve a acumular materiales. Pero, además, como ha demostrado del Dr. Ollero del Departamento de Geografía de la Universidad de Zaragoza y profesor del Centro Ibérico de Restauración Fluvial, si se rebajara un metro el fondo del lecho del río, para una crecida de 2000 m3/s y teniendo en cuenta la velocidad del río tan solo rebajaríamos el nivel de la corriente 8 centímetros en la sección dragada. Es mejor no hacer cálculos de qué inversión necesitaríamos para dragar y rebajar ese metro en todo el cauce desde las estribaciones de la Cordillera Cantábrica a Tortosa. Evidentemente, nadie se plantea que tras ese supuesto dragado habría efectos secundarios: erosión remontante, encajamiento del lecho, descenso del freático, secado de pozos, posibles afecciones a las estructuras de puentes,… En 2010 se dragó en Gallur y Cabañas de Ebro; en 2013 en Novillas, Pradilla de Ebro, Boquiñeni y Pina de Ebro: algunas de esas localidades son, precisamente, las más afectadas con la riada actual.
8.- La desforestación de la cuenca del Ebro es, en buena medida, responsable del agravamiento de las consecuencias de las riadas. Con vegetación el agua llegaría al cauce, pero más lenta y gradualmente.
9.- La desaparición de bosques de ribera y sotos también ayudan a favorecer la velocidad del agua. Habría que reconstruir esos sotos y favorecer plantaciones compatibles con inundaciones (choperas, por ejemplo).
10.- Evidentemente, hay que limpiar el río, pero de basura, de residuos humanos acumulados. Eliminar sedimentos, vegetación (viva o muerta), elementos naturales no es limpiar el río, es matarlo. Eso no excluye actuaciones puntuales donde la vegetación muerta haya quedado retenida.
Jorge Marqueta Escuer.