La iglesia convento de Santa Fé en el centro de Zaragoza, fue construido en el año 1553 sobre el mismo solar y planta que la Mezquita mayor del barrio de la Morería en lo que entonces se llamaba Huerta de Santa Fé, luego Plaza del Carbón, y que fue ferozmente atacado por los franceses en la independencia por tropas mandadas por Miguel de Salamero, y por eso la plaza de ese lugar lleva su nombre.
En el siglo XIX aquel convento se convirtió en el inicio del Museo y Academia de Bellas Artes de Zaragoza, que posteriormente se trasladó a la Plaza actual de Los Sitios, hoy cerrado por reformas.
Aquella plaza ya existía cuando la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador y se conocía como Plaza de la Alfondiga, llamada así por ser la clásica plaza en donde los árabes vendían sus productos a modo de mercado de vecinos agricultores y almacenes de productos agrícolas.
Junto a esta Iglesia de Santa Fé se establecieron las Arrepentidas en un convento de monjas, que se dedicaba sobre todo a recoger a prostitutas de forma voluntaria en todo el año y de manera obligada en Semana Santa. Era costumbre en toda España que esos días no pudiera existir servicio de prostitución.
Este convento de MM. Religiosas de Santa Fe de la Penitencia, o Arrepentidas, de la Orden de Santo Domingo, se fundó a mediados del XVI en la calle Azoque de la todavía conocida como "La Morería", con el propósito de «reorientar» la vida de las mujeres que habían errado hacia el "buen camino", reencauzando su vida hacia el "servicio divino". Desempeñaría esta curiosa labor hasta 1834.
En los días anteriores y posteriores a la Semana Santa se recogía a las prostitutas de las calles y se las llevaba a pequeños apartamentos o habitaciones que había en el Hospital de Gracia, para que no se las viera por las calles y así no pudieran pecar los hombres.
En el año 1550 y por bula del Papa Julio III se eligió dicha orden para realizar ese trabajo educativo y el propio Rey Felipe II dió los dineros suficientes para levantar en Zaragoza dicho convento, en tierras que donó el Ayuntamiento de Zaragoza. Intervino también en la obra don Íñigo Abarca de Bolea y Portugal para poder hacer las obras. Este hombre era escritor y de familias poderosas de aquella Zaragoza.
Las imágenes que vemos con del convento ya convertido en Museo de Bellas Artes, pero conservando el edificio tal y cómo estaba y son de antes de finalizar el siglo XIX.