Este dibujo de la Zaragoza antigua tiene extraordinario interés pues en ella se unen la monumentalidad, la evocación histórica, el gusto por lo pintoresco pero a su vez una Zaragoza que ya no existe desde hace muchas décadas.
La puerta de Toledo se abría al oeste del antiguo recinto amurallado tardo antiguo, el posterior al romano. A pesar de haber perdido su función al contar la ciudad con un nuevo muro bajo medieval, la puerta conservó su aspecto defensivo y a comienzos del siglo XVI uno de sus torreones, el meridional, quedó integrado en el edificio de la cárcel de Manifestados.
Fue probablemente entonces cuando se añadieron a los torreones, sobre los dos grandes cubos de piedra, la galería de arquillos y el remate almenado.
La galería con arcos caracteriza también al edificio contiguo a la cárcel, de notables proporciones. Los balcones eran el lugar desde donde los diputados acudían a ver los festejos que se celebraban en la plaza. La inscripción sobre el dibujo hace referencia a Antonio Pérez, secretario de Felipe II, el más célebre de los inquilinos de esta prisión.
Al fondo, a través de la calle Tripería, se acierta a distinguir el torreón de la Zuda. La cárcel y el arco de Toledo fueron derribados hacia 1842, y en su lugar se construyó una manzana de casas porticadas.
El dibujo ha de fecharse dos años antes, pues Valentín Carderera apunta en su Diario: dibujé la vista del arco de Toledo y a poco rato el alpargatero me ofreció su habitación. Subí a su casa.
Y en efecto, es posible que esta vista dibujada haya sido realizada desde cierta altura por la perspectiva que tiene. Este mismo dibujo parece ser la base de la ilustración publicada en 1867 con el título Zaragoza Antigua. La Plaza del Mercado, en la revista El Museo Universal.