Aragón
es tierra de abrazos, de convivencia, de varias culturas viviendo en paz en
periodos históricos que fueron rotos desde fuera. Aragón es tierra que exporta
personas, cuando debería ser espacio que importáramos personas para convivir
más y mejor. Si fuéramos más, Aragón sería más y mejor.
Aragón
está despoblado. El diagnóstico es triste y muy duro. Complicado de revertir
pero al que debemos dedicar todos nuestros esfuerzos que hoy vemos imposibles.
Hay que saber resolver este problema, olvidándonos de soluciones festivas o
absurdas, como en las últimas décadas. La población no se asienta por una
piscina de más o de menos, sino por un futuro mejor para sus hijos. Nuestra juventud
no necesita ni bares, ni pabellones deportivos; necesita empresas y formación
de calidad, futuro y empleo o autoempleo.
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La despoblación es el mal de Aragón para
el futuro. Ahora todavía somos capaces de soportarla, pero en el futuro NO. Es
cierto que se pueden diseñar muchos Aragón posibles. ¿Por qué no tenemos
arrestos para idearlos, para repensarlos, para al menos tenerlos preparados
sobre el papel?
La despoblación va a seguir creciendo,
pero no sabemos a qué velocidad, sobre qué objetivos y tamaños, desde qué
unidades de apoyo y ataque. Hasta ahora hemos intentado lo sencillo, asegurar
población desde el ahora mismo. Hemos realizado malas inversiones de ocio, de
servicios sencillos y básicos, pero muy pocas acciones de calado en el futuro.
Hemos incluso diseñado planes de desarrollo urbano, polígonos industriales,
facilidades para el crecimiento turístico, sin haber desarrollado planes de
actuación que creen posibilidades reales de que sirvan.
Han sido más inversiones de apoyo a
personas, que inversiones de apoyo a territorios. Han sido más amiguismo
entregado con sonrisas que formación que requería un trabajo duro y un riesgo
apoyado. Entre un pabellón deportivo o un instituto hemos preferido lo primero.
Entre una piscina y una estación de tren hemos preferido lo primero. Entre un
polígono industrial vacío o apoyar a empresas para que se instalaran más en
zonas concretas es mucho más sencillo intentar lo primero. Entre apoyar la
creación de Casas Rurales o diseñar Rutas Turísticas de calidad e innovación y
apoyadas desde la DGA, hemos pensado que es más fácil lo primero y que con ello
era suficiente para atraer servicios y usos.
Todo hay que hacerlo, pero todo debe ir
acompañado de acciones complementarias cuando no principales. El valor añadido
de los productos agrícolas o ganaderos puede variar mucho si la transformación
se realiza sobre la misma zona de recogida o si simplemente se vende al por
mayor. Ejemplos tenemos en Lérida, Rioja o Navarra para entenderlo mejor.
Cuando hablo de importar personas (jodo
qué palabra tan asquerosa), lo hago en toda su extensión, aunque esto cree
grandes dudas y numerosas críticas. Lo primero es evitar la sangría de las
emigraciones de jóvenes aragoneses. Esto es básico. Hay economistas americanos
que saben diferenciar perfectamente lo que son acciones de Salarios o Rentas
Básicas de lo que son Trabajos Públicos para asentar población. Basta leerlos y
repensarlos. Cuando se habla de acciones para alcanzar las supervivencias de
poblaciones en dificultad, hay varias escuelas y algunas son muy válidas para
crecer en población. Pero efectivamente necesitan de políticas osadas y con
capacidad de acción propia. Algunos de estos economistas han dado conferencias
en Barcelona, tienen libros escritos en castellano, son reconocidos.
Si analizamos la población de Aragón del
año 1900 con arreglo a la de Cataluña o Valencia, y la comparamos con el 2010,
vemos que la equivocación de Aragón es tremenda. Por eso ahora tocan decisiones
tremendas. En el año 1900 Cataluña representaba el 10,43% de la población total
de España, hoy (2011) representa el 15,98%. En el año 1900 Valencia
representaba el 8,6%, hoy (2011) representa el 10,84%. En el año 1900 Aragón representaba
el 4,9%, hoy (2011) representa el 2,85%.
Si estas cifras no son para levantar la señal del peligro, no merece la pena seguir leyendo.
Si estas cifras no son para levantar la señal del peligro, no merece la pena seguir leyendo.
Julio M. Puente Mateo