17.3.15

Hay que repensar Aragón. Pensamiento 8 (despoblación)

Aragón es tierra de abrazos, de convivencia, de varias culturas viviendo en paz en periodos históricos que fueron rotos desde fuera. Aragón es tierra que exporta personas, cuando debería ser espacio que importáramos personas para convivir más y mejor. Si fuéramos más, Aragón sería más y mejor.
 

Aragón está despoblado. El diagnóstico es triste y muy duro. Complicado de revertir pero al que debemos dedicar todos nuestros esfuerzos que hoy vemos imposibles. Hay que saber resolver este problema, olvidándonos de soluciones festivas o absurdas, como en las últimas décadas. La población no se asienta por una piscina de más o de menos, sino por un futuro mejor para sus hijos. Nuestra juventud no necesita ni bares, ni pabellones deportivos; necesita empresas y formación de calidad, futuro y empleo o autoempleo.

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La despoblación es el mal de Aragón para el futuro. Ahora todavía somos capaces de soportarla, pero en el futuro NO. Es cierto que se pueden diseñar muchos Aragón posibles. ¿Por qué no tenemos arrestos para idearlos, para repensarlos, para al menos tenerlos preparados sobre el papel?

La despoblación va a seguir creciendo, pero no sabemos a qué velocidad, sobre qué objetivos y tamaños, desde qué unidades de apoyo y ataque. Hasta ahora hemos intentado lo sencillo, asegurar población desde el ahora mismo. Hemos realizado malas inversiones de ocio, de servicios sencillos y básicos, pero muy pocas acciones de calado en el futuro. Hemos incluso diseñado planes de desarrollo urbano, polígonos industriales, facilidades para el crecimiento turístico, sin haber desarrollado planes de actuación que creen posibilidades reales de que sirvan.

Han sido más inversiones de apoyo a personas, que inversiones de apoyo a territorios. Han sido más amiguismo entregado con sonrisas que formación que requería un trabajo duro y un riesgo apoyado. Entre un pabellón deportivo o un instituto hemos preferido lo primero. Entre una piscina y una estación de tren hemos preferido lo primero. Entre un polígono industrial vacío o apoyar a empresas para que se instalaran más en zonas concretas es mucho más sencillo intentar lo primero. Entre apoyar la creación de Casas Rurales o diseñar Rutas Turísticas de calidad e innovación y apoyadas desde la DGA, hemos pensado que es más fácil lo primero y que con ello era suficiente para atraer servicios y usos.

Todo hay que hacerlo, pero todo debe ir acompañado de acciones complementarias cuando no principales. El valor añadido de los productos agrícolas o ganaderos puede variar mucho si la transformación se realiza sobre la misma zona de recogida o si simplemente se vende al por mayor. Ejemplos tenemos en Lérida, Rioja o Navarra para entenderlo mejor.

Cuando hablo de importar personas (jodo qué palabra tan asquerosa), lo hago en toda su extensión, aunque esto cree grandes dudas y numerosas críticas. Lo primero es evitar la sangría de las emigraciones de jóvenes aragoneses. Esto es básico. Hay economistas americanos que saben diferenciar perfectamente lo que son acciones de Salarios o Rentas Básicas de lo que son Trabajos Públicos para asentar población. Basta leerlos y repensarlos. Cuando se habla de acciones para alcanzar las supervivencias de poblaciones en dificultad, hay varias escuelas y algunas son muy válidas para crecer en población. Pero efectivamente necesitan de políticas osadas y con capacidad de acción propia. Algunos de estos economistas han dado conferencias en Barcelona, tienen libros escritos en castellano, son reconocidos.

Si analizamos la población de Aragón del año 1900 con arreglo a la de Cataluña o Valencia, y la comparamos con el 2010, vemos que la equivocación de Aragón es tremenda. Por eso ahora tocan decisiones tremendas. En el año 1900 Cataluña representaba el 10,43% de la población total de España, hoy (2011) representa el 15,98%. En el año 1900 Valencia representaba el 8,6%, hoy (2011) representa el 10,84%. En el año 1900 Aragón representaba el 4,9%, hoy (2011) representa el 2,85%. 

Si estas cifras no son para levantar la señal del peligro, no merece la pena seguir leyendo.

Julio M. Puente Mateo