En esta serie de entradas con una opinión muy personal sobre el "Repensar Aragón" para avanzar en nuestro crecimiento social, moral, económico y estratégico, dejo la cuarta entrega. Quedan algunas más.
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Aragón
en las cuatro últimas décadas ha estado avanzando en una dirección equivocada,
arrastrado por las directrices de un Madrid que deseaba un Aragón dócil entre
unos vecinos complicados. Y eso nos ha llevado a ser el Norte pobre o el Norte
olvidado o el Norte reservado.
La industrialización de Aragón se paró
con el caramelo de la GM, pasando a depender casi exclusivamente de los propios
crecimientos o gripes de esta insustituible y muy necesaria industria para Aragón. No fuimos capaces de tomar esta industria como un
impulso y nos lo tomamos como una meta. Aragón no ha sabido crear un tejido
empresarial propio, aupado desde las instituciones aragonesas y para Aragón,
desde dos objetivos claros y contundentes: Una mejor y mayor formación
profesional PROPIA y que busque la excelencia adaptada a nuestras necesidades, y
un apoyo al crecimiento de las PYMES y autónomos aragoneses.
Pero además la falta de ideas políticas,
sociales o a veces hostiles contra el propio Aragón nos ha llevado a una tierra
vacía, que solo en los últimos años está intentando buscar proyección agraria,
ganadera, o en industrias alternativas, con más errores que aciertos, con más
personalismos que trabajando en (como) un gran equipo.
Hemos quedado encerrado entre vecinos muy
listos que han sabido llevarse todo proyecto industrial, pero sobre todo los
proyectos de futuro para saber salir hacia Europa o para poder penetrar para repartir
en la España que necesita abrirse hacia Francia. Hasta PLAZA que debía ser una
idea excelente y fabulosa para Aragón ha sido manipulado por la desidia, el
abuso y las trampas.
Aragón además de ser un espacio de
servicios de calidad, debe ser un territorio capaz de ser único, de ser
autosuficiente, de ser distinto a los territorios que le rodean en lo cultural,
político, social, industrial, innovación y sobre todo un gran territorio formativo.
La vergüenza de trato que Aragón está
dando a su Universidad es un error que nos costará un siglo enderezar, pues
todos recordamos el papel que nuestra Universidad desde tiempos de Braulio ha
supuesto (como todas en todo el mundo) para liderar territorios, para conseguir
sinergias económicas, para atraer nuevas personas, para generar calidades de
visa social y reconocimiento para sus territorios.
Y como colofón claro pero parcial a nuestros errores
de estas cuatro últimas décadas, está la nula creación de redes de
comunicaciones que vertebraran el territorio aragonés con inteligencia básica.
"Aragón no es Aragón mientras no sepamos ser Aragón" como conjunto.
Julio M. Puente Mateo