Finalizamos esta serie de entradas que con un título común he intentado en 10 textos cortos desgranar un poco las posibilidades que tiene Aragón si todos nosotros repensamos su futuro, sus debilidades pero sobre todo sus activos y sus grandes posibilidades.
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Aragón
necesita abrirse, poner mucha más luz sobre todos nosotros, mirarnos en el
interior y respondernos. Simplemente respondernos si somos capaces de ser
mejores, si creemos que merece la pena seguir siendo aragoneses.
Aragón ha permanecido estas últimas
décadas encerrada sobre su territorio, por culpa de lo que nos prefieren
callados y quietos. Toca ahora replantearnos posibilidades. O no. Toca
redefinir el futuro de nuestros nietos, simplemente abrazados de lo que nos
quiera venir desde Madrid o avanzando por sentar las bases desde Zaragoza,
Huesca y Teruel. Hay que trabajar mucho, sobre todo sobre la mesa del estudio y
el diálogo. Hay que poner en acuerdos a muchas mentes imbécilmente enfrentadas
para no lograr que Aragón avance. Todos somos diferentes, esa es la gran
ventaja que nunca hemos sabido emplear por Aragón. Pero necesitamos por encima
de nosotros a alguien que nos una, que sea una argamasa que nos atraiga y nos
obligue a estar trabajando por nuestro territorio.
Si Aragón tuviera una figura intelectual,
con capacidad para pedirnos, todo sería mucho más fácil. Pero no la hemos
tenido en estas últimas décadas. Nos hemos ido dividiendo entre reinos de
taifas intelectuales o sociales y político.
Aragón es tierra de acuerdos, de
compromisos, de cooperativismo, de trabajos en equipos, de empujar y
perseverar. Pero en los últimos tiempos hemos ido de jugadores marrulleros que
solo somos capaces de poner zancadillas. Por eso necesitamos a un capitán de
equipo que nos mira con cara serie y nos diga qué no debemos hacer y qué
debemos cuidar sobre una mesa de diálogo y diseño del futuro.
Aragón dispone de herramientas para
lograr que nos reunamos todos sobre una mesa muy amplia, sin fecha de
levantarnos. Una mesa donde haya intelectuales, personas de la cultura y el
arte, sociólogos y medios de comunicación, políticos y tejido social, vecinos e
iglesia, deportistas o investigadores, Universidad o farándula, médicos o
jueces.
El impulsor de este Compromiso puede ser “un” Justicia, un
intelectual aragonés, un medio de comunicación de Aragón, una entidad
financiera aragonesa, un simple político de segunda fila, un escritor, un actor
de teatro, un cantante. Nadie está diciendo que esto sea sencillo, que no tenga
más sombras que luces, que estemos seguros antes de comenzar que vaya a servir
para algo. Pero de lo que todos estamos seguros es de que si no se comienza por
buscar la mesa, nunca seremos capaces de levantarnos de ella con cara de
satisfacción por el trabajo cumplido.
Julio M. Puente Mateo