Hubo un día,
hace ya casi dos años (por poco) en que Francho se murió por la puerta grande, como mi
padre.
Nos dejó de repente.
Qué día tan gélido en mitad del verdadero verano,
cuando más bonita es la luz, cuando mejor está el melón y casi empezamos a
comer uva.
Aquel año se nos puso amarga la fruta.
Pero también
nos dejó su legado. Ese legado que también forma parte del trabajo y el estilo de
Julio Puente, que le sucedió como coordinador de grupo del Rabal. En realidad,
sigue con todos nosotros y nuestro hacer cotidiano en este blog.
La precisión,
la puntillosidad, el trabajo riguroso que también aportan personas concretas al
acervo común de la izquierda.
Y creo que
nos preciamos no por casualidad de que estas gentes sensibles, amantes del
territorio, su historia y cultura pero a la vez comprometidas, como usuarios y
como administradores, con el sistema público de servicios, militen, militaran o
hayamos militado tanto en un determinado PSOE rural, como en las agrupaciones
más de capital de comarca o directamente urbanas de IU y, sobre todo, CHA.
Mujeres y hombres
soñadores, sí, pero también tenaces, inteligentes y precisos, que tejen desde
lo pequeño, que creen en que la pirámide se empieza por la base. Y que la base
es nuestro maravilloso desierto con montañas y algo de agua. No necesitamos
cuneros con esta gavilla de mentes y manos.
Contra los
cesarismos, que no populismos, de la “nueva izquierda”, contra las personas que
por incapacidad se quedan en los matices de las presidencias de Cortes y demás
zarandajas —dándole la razón a Cosculluela, que sobre todo se siente y morirá
Alcalde de Barbastro, algo a lo que el podemismo ni por asomo querrá aspirar—,
reivindico a través de mi homenaje a Francho Ros la gran política que él, entre
muchos, me enseñaron a que debe ejercerse en lo pequeño y cotidiano. Desde el
disfrute de la pequeña reunión de barrio.
La lucha y
paciencia necesaria para, con matices, alcanzar verdaderas políticas sociales
de izquierdas. El no divismo y el encuentro en torno a un café. Saber que
puedes contar incluso en lo personal con tus compañeros, porque les admiras.
Espinazo de
ballena del Parque de la Desembocadura del Gállego.
Ese lugar que tanto amabas…
Esas personas
de las que aprender tanto, profunda y humildemente. Te recuerdo
mucho, Francho, en estos convulsos tiempos donde se faltaría tanto al respeto
de tu trabajo callado y eficiente. Sustituyéndolo por alharacas vacías. Te
dejamos con nuestro querido barrio, que tanto callejeabas y disfrutabas.
Un abrazo
fraterno y aragonesista. Por tanto, internacionalista con raíz.
30/08 Luis Iribarren