Zaragoza, paradigma de proyectos incumplidos, paralizados o inacabados. El Pabellón de España de la Expo, destinado a ser el Instituto de Cambio Climático, tutelado por el gobierno central sigue a la espera. Unos cientos de miles de euros al parecer van a llegar para frenar su total deterioro. Deterioro que si nadie lo remedia por inactividad y falta de contenido volverá a su natural estado de dejadez en los próximos años.
Hasta hace poco refugio de vagabundos, el paso subterráneo construido para descongestión de la salida hacia la A 68, entre Delicias y Paseo Maria Agustín, lleva ocho años cerrado sin cumplir la misión para que fue construido.
El que iba a ser un gran espacio urbano, en torno a la antigua estación del portillo hoy es un descampado, solo habitado por el edificio de Caixa Forum. Polo de atracción de empresas del conocimiento y tecnología ¨la Milla Digital¨, actualmente un conglomerado de parcelas sin vender y devaluadas, con una propiedad incapaz de hacer frente a sus deudas y al borde de su disolución.
Tras su apresurado derribo en el 2.000 y continuas catalogaciones y descatalogaciones, el Gran Teatro Fleta, iba a ser el Centro Dramático y habitáculo para la Orquesta Sinfónica de Aragón, ilusionante proyecto convertido en agua de borrajas. Un nuevo gobierno decidió cambiar sus usos y hacer de él un Centro de Artes Escénicas y Audiovisuales, hoy día una vieja y oxidada estructura de hierros nos recuerda que allí estuvo.
Pontoneros, posible albergue universitario, si no queda en papel mojado, Giesa, Baños Judíos, Imprenta Blasco, juzgados Plaza el Pilar, antiguos depósitos Pignatelli o los emblemáticos Pabellón Puente, Pabellón de Aragón o Torre del Agua de la Expo, entre otros, historia viva de la ciudad permanecen a la espera.
Achacar todo a la crisis, pasándose la responsabilidad de uno a otro para encubrir su negligencia y falta de diálogo, de y entre gobiernos estatales, autonómicos o de la propia ciudad, no puede ser la eterna excusa en años y décadas sin dar respuesta. Tampoco se han buscado otros cauces, llegando acuerdos a través de la iniciativa privada para darle vida a ese patrimonio en el olvido, muchos frenados por un demagógico proteccionismo, finalmente para seguir sin vida, sin proyectos ni presupuesto, perspectiva de más años de abandono.
Daniel Gallardo Marin