26.12.14

Políticas municipalistas en los diseños de las ciudades (02)

Cuando diseñamos ciudades —algo que hacen los políticos y los técnicos constantemente aunque los Planes de Ordenación Urbana sean cada década (más o menos)— estamos siempre pensando en la política urbana del futuro de esa ciudad. Pero es cierto que no siempre en el mismo futuro. No es lo mismo pensar en una ciudad para dentro de 10 años que en una construcción de ciudad para dentro de 50 años. Tanto por el volumen de los cambios o transformaciones como por el tipo de decisiones.

La orografía y la historia van configurando las ciudades como lienzos sobre los que muchas decisiones van dejando brochazos y en alguna ocasión pinceladas suaves. La suma de todas ellos tienen por obligación que configurar una obra que se lea con facilidad. Que sea barata de mantener, que sea cómoda, amable, suficiente, y a ser posible elegante y bien estructurada. Que sea agradable de habitar. Es decir, que esté pensada para las personas.

En la medida en que las ciudades crecen muy rápido los brochazos son bastos y dejan borrones que luego no hay quien sepa limpiar. Si la ciudad ya es grande antes de ponerse a crecer sin control, los manchones suelen ser brutales. Zaragoza apasionó su crecimiento con la entrada del siglo XXI y tuvimos dos suertes. Que se paró y que duró poco el boom (de explosión) que sufrimos todos. Y aun así se cometieron errores graves que nos costará limpiar. No doy nombres.

Pero Zaragoza debe seguir mirando la futuro, como es la obligación de todos. Del futuro temporal y del futuro como oportunidad de mejorar. Siempre pensando en las personas que ahora y después habitarán esta ciudad. Nada es posible entender en urbanismo si no es realizado pensando en su uso ciudadano. Una ciudad tiene que estar llena de personas, toda actuación urbana tiene que hacerse pensando en que hay que llenarla de usos personales. Cualquier idea para una ciudad si descuida su uso ciudadano no sirve para nada. Ni estéticamente sirve.