El futuro de las ciudades está en la
amabilidad para con sus ciudadanos, en la vida amable, en un urbanismo más
natural, más suave, más humano. Desde enero será mucho más complicado viajar
con coche privado por Madrid al cerrar al tráfico los Distritos de Sol y
Palacio que se sumaran a los de Cortes, Letras y Embajadores en una nueva área
de prioridad residencial.
Pero ciudades como Londres, Paris, Roma,
Estocolmo, Atenas, Bogotá, Sao Paulo o Santiago de Chile también han tomado
diversas medidas para evitar el excesivo tráfico privado en los centros urbanos.
En la capital de Estonia, Tallín, dieron
un paso más. Allí han convertido el transporte urbano en gratuito desde enero de 2013 para que
todos sus habitantes puedan viajar sin coste alguno en transporte público y no
en sistemas privados. Solo es gratuito para los más de 420.000 habitantes de la
ciudad que tienen que poseer una tarjeta verde para ello. Hasta hace un año el
precio del billete cubría el 33% del coste total del servicio, el resto era absorbido
por el Ayuntamiento. Ahora para los habitantes lo será el 100% para así lograr
una ciudad menos contaminante. El aumento de uso ha propiciado que se tengan
que ampliar el número de autobuses y servicios.
Esta medida se sometió a votación entre
todos los vecinos, donde un 75,5% votaron a favor de esta medida, sabiendo que supondría
un aumento de los impuestos. Pero también ha supuesto un aumento del
empadronamiento de ciudadanos que aunque vivían en Tallín permanecían
empadronados en otras ciudades o pueblos del entorno. Este aumento suponen más
ingresos para la propia ciudad.
Estos sistemas sin inviables en ciudades
donde los ayuntamientos no subvencionan en gran medida los transportes urbanos.
Se estima que solo en aquellas ciudades donde en la actualidad ya se sufraga de
forma pública al menos un 50% del coste, es posible estudiar estos modelos, que
en algunas otras ciudades, incluso de 14 millones de habitantes como la china
Chengdú, se están analizando.
El único problema que hay que poner encima
de la idea es que la calidad del servicio NUNCA debe empeorar, basándose en
mejores servicios y frecuencias y en servicios suficientes para las zonas menos
pobladas. La rentabilidad del transporte púbico urbano es siempre social y de
planificación urbana.