En el programa “Xlacara” de Aragón TV
se nos ha demostrado claramente el motivo por el que los aragoneses somos tan
poca cosa como aragoneses. Nos importa tres pitos nuestra historia reciente, así que como para preguntarles sobre Alonso V.
Era un concurso entre tres personas aragonesas que los viernes se
juegan seguir o no en el concurso. Y hoy es viernes.
Los tres concursantes eran
ciudadanos aragoneses de verdad, tenían edades entre los 35 y los 45 años, no
eran mozos imberbes ni ancianos mentalmente decrépitos, parecían listos y habían
dicho antes sus carreras universitarias y sus trabajos actuales de un cierto
nivel.
Se les ha planteado una pregunta que en
apariencia era muy sencilla y se les ha dado cuatros posibilidades de respuesta
para que primero el más rápido con un pulsador y después los siguientes respondieran
si el primero fallaba. Tenían su tiempo, la respuesta no era rápida ni a salto
de mata. Se podía pensar incluso.
La pregunta era: “¿Quién fue el Primer Presidente autonómico de Aragón?”
Y las opciones que se les daba para
elegir eran: Alberto Núñez Feijóo. Santiago Lanzuela. Marcelino Iglesias. Santiago
Marraco.
Compleja pregunta con algunos matices,
pues sin tener en Aragón una autonomía aprobada pero ya en democracia el que
ejerció de Primer Presidente “preautonómico”
de Aragón fue Juan Antonio Bolea Foradada, que si lo llegan
a meter en la terna de cuatro, les suena a imposible.
El más rápido con el pulsador no lo ha
sido tanto con la memoria y ha respondido que “Alberto Núñez Feijóo” en un
alarde de galleguismo. El siguiente que ya solo tenía tres opciones ha
respondido que Santiago Lanzuela. Y por último el más lento y con solo dos
opciones para elegir ha respondido que Marcelino Iglesias. Nadie ha elegido a
Santiago Marraco, que durante 4 años fue Presidente de Aragón, pues les debía
sonar más a un ciclista famoso o a lo sumo a un cantante de coplas. Jodo con el
nivel de la historia reciente de Aragón. Dejó de ser Presidente de Aragón hace
27 años, no un siglo o dos, no, solo hace 27 años.Vaya nivel, Maribel.