Tras unas entradas más políticas que
históricas, tocaba dejaros una pincelada del Diario de Zaragoza, de noviembre de
1808. La ciudad de Zaragoza estaba saliendo de su Primer Sitio, casi destrozada ya, rota y llena de sufrimiento
por culpa —todo hay que decirlo para no engañar a nadie— de una Monarquía
española absurda e incapaz, llena de tontos a los que —presuntamente— el sexo
les gustaba más que defender a los españoles hacia la modernidad de una Europa
que avanzaba hacia la Ilustración.
Decía en su pagina primera el Diario de Zaragoza
que el Rey de Gran Bretaña había dando un discurso a sus soldados al embarcar
hacia España para apoyar a los patriotas españoles. Y avisaba que el tirano del mundo (…Napoleón…)
había engañado a la Corona de España y que ese “bribón” lo único que
quería era ser el Monarca del Mundo y quien había robado la Paz de una nación
como España que estaba muy feliz en sus montañas. Y que Napoleón había
esclavizado totalmente a Fernando VII y que la fama de la nación inglesa le
obligaba a venir en ayuda de España.
Decía el Rey de Gran Bretaña que les
hablaba a los soldados como su fuera su Padre, con un corazón que sabe bien
Dios está lleno de amargura sabiendo que la mayoría de los presentes ya nunca
volverán a su Patria (como así fue). Pero que no se preocuparan pues se volverían a encontrar
en los Cielos y allí el Rey de los Reyes le escuchará y sabrá lo que habéis hecho como soldados por la
humanidad. (Este tipo de discurso me suena muy parecido al de los que se encontrarán con miles de virgenes en su cielo)
Y para terminar les avisa el Rey inglés de intenten ser
humanos, de que traten a los españoles como a hermanos, dándoles favor y ayuda.
Para que conozcan vuestro buen corazón. Y les dice que su avanzada edad le
impide ser soldado e ir con ellos, que si pudiera sería el primero en acudir.
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Como vemos son discursos arengadores de
lo más normal. De los que estoy seguro hoy mismo se hacen en Ucrania o Siria. Y
eso que me he prometido no hablar ahora de política. Aquella Guerra de la Independencia
destrozó Zaragoza y a la sociedad zaragozana, atrasando nuestro desarrollo
durante un siglo —cuando menos— cuando en realidad era una guerra por el poder
en Europa y el mundo entre Gran Bretaña y Francia. Os dejo solo la página 4 de ese mismo Diario de Zaragoza, para no sufrir más. Está libre en la zona digital de la Biblioteca Nacional.