Dediquemos esta canción al tema, para entrar en saliva y en ganicas de leer el resto:
Recientemente, un dirigente de un partido nacionalista español se reclamaba heredero de la Constitución española de 1812, también conocida como “la Pepa”. La segunda constitución española (la primera es el Estatuto Real de 1808 de José I Bonaparte).
No es extraño. En lo territorial es en ese texto donde por primera vez, España se identificó con un Estado unitario, entendido como la culminación de un proceso que, surgido en la Meseta, había extendido su idioma y religión en el mundo. Por primera vez se definen los territorios de la Monarquía hispánica como “nación española”. Hasta entonces, la pluralidad de Reinos eran una realidad jurídica viva. Incluso cuando se uniformizan las normas y leyes con el primer Borbón con los Decretos de Nueva Planta, se hace “sometiendo todos los Reinos a las Leyes de Castilla”, es decir, impone la castellanización por conquista. No hay normas, leyes o jurisdicción española, sino que las normas, leyes y jurisdicción castellana se imponen al resto por conquista. El matiz no es menor.
Por primera vez, se define España como “la reunión de los españoles de ambos hemisferios” (art.1) . El diputado Villanueva (diputado valenciano, hijo de aragonés de Olba) intentó introducir la frase “baxo unas mismas leyes”, que fue rechazada entendiendo que la nación española es inamovible, inalterable, producto de la providencia y exenta de discusión y previa a la Ley. Por eso no se fijan las fronteras (curiosamente, esto se vuelve a repetir en la Constitución de 1978). España no es una realidad territorial, es una creación indisoluble, una especie de unidad de destino en lo universal.
A la vista de todos los procesos emancipadores del siglo XIX en lo que era España en 1812 en América y Asia, convendría que el dirigente nacionalista español, catalán para más señas, fuera un poco más cauto, pues de en torno a 20 millones de km2 que componían España en 1812 se ha pasado a poco más de medio millón en la actualidad, parece que la unidad exenta de discusión no era tan indisoluble.
Quizá con respuestas propias del siglo XXI, con la negociación política y con los cambios legislativos que procedan, dando respuesta a las realidades que componen la actual España podría plantearse un proyecto común basado en la voluntariedad de sus partes, renunciando a la idea de España como Nación y dejando de obviar los debates territoriales o residenciándolos en respuestas de inicios del siglo XIX, pues el mundo ha cambiado sustancialmente desde entonces.
Jorge Marqueta Escuer.