Agradezco a
Julio la publicación de la almendrera temprana de Berdún como símbolo del
advenimiento de una nueva primavera. Esa que no llegará a ver Braulio. El día
largo, el buen tiempo y las flores de almendro como principio de las primeras
conversaciones en los solanos en que se secan los huesos y se estiran las
espaldas de todo el invierno. Arroz con congrio y guisantes…
Como también sucede como símbolo de ruptura con los sonidos de tambores y bombos con los que la tierra naciente del frío se reverbera y oxigena. Esos ensayos en el Ebro o los masicos de Alcañiz que traen el buen tiempo y se llevan las grullas.
Sirva este homenaje a nuestra naturaleza naciente, que me provoca la relectura de Machado y “El Cuaderno Gris” de Josep Pla, con sus descripciones de árboles brotando y la terneza de los guisantes y los platos de primavera, para reivindicarla.
He comentado
alguna ocasión que me lancé a un homenaje casi suicida a la floración
aragonesa, organizando un festival Hanami durante dos ediciones con centro en
Ayerbe. Por cuanto que la floración del cerezo es la principal festividad
japonesa. Celebrándose festivales en América, siempre nos cabrá el honor de
afirmar que el nuestro fue el primero del mundo en Europa. Y allí quedó eso.
Pero la floración más interesante en Aragón no puede girar sólo en torno al cerezo ornamental como en Japón. La sobresaliente aquí es la del almendro, cuya foto ha nutrido la entrada mencionada.
Almendreras
en Tejeda (Gran Canaria) protegidas por el Roque Nublo. El interior de la isla
es bellísimo y existen visitas guiadas y fiestas de floración, organizadas por
el Cabildo como inteligente contrapunto al Carnaval de Las Palmas.
Debo seguir insistiendo que en este campo está todo por hacer, que habría que relacionar el almendro con la bellísima luz de nieve de febrero, ambas efímeras. Que habría que organizar actividades après ski con visitas a los almendros en flor. En Murillo, forman un tapiz con fondo en los Mallos, como citamos y ya publicamos. Volvía a estar bellísima la Galliguera este fin de semana, todavía estáis a tiempo de disfrutarla así…
También está por hacer la introducción de la floración y almendras en panadería, repostería y postres característicos de este momento.
Y, por último y más importante, tejer redes desde Turismo de Aragón con los otros tres paraísos-destinos florales del Estado: Gran Canaria (que ya efectúa sus homenajes), las Alpujarras (comparte con Aragón flor y nieve) y el Jerte, con un festival consolidado en torno al cerezo.
No hay ninguna inversión que hacer, pero es estratégico para Aragón. Pues dichas almendreras irregulares son fósiles plantados por las antiguas generaciones. No son cultivos industriales rentables. Sin embargo, embellecen el paisaje aragonés de un modo sutil y delicado.
Almendros
en las Alpujarras, contrapunto de la blancura de cal de sus núcleos urbanos, se
miran al espejo de la nieve fresca del Mulhacén. Compartimos con Granada su
introducción árabe y los postres y guirlaches delicados de ambas regiones, tan
próximos a los dulces marroquíes o turcos.
Por no mencionar que Aragón representa la principal fuente de provisión de almendra de calidad para la industria alicantina del turrón y es uno de los principales puntos de cultivo europeos. Sin considerar cómo estos nobles árboles han detenido la deforestación y desertificación de los somontanos pirenáicos e ibéricos.
Os invito nuevamente, sugiriendo otros viajes, a que celebréis la frescura, floración y los brotes primaverales, comiendo una buena menestra o un plato de las habas tiernas del valle del Martín en nuestro bellísimo y poético país. La tortilla de habas recién recolectadas de Samper de Calanda es inolvidable.
28/02 Luis Iribarren