Comienzo una
serie de reflexiones sobre actualidad local aragonesa, quizás más políticas.
Por eso, aviso a los navegantes pero espero que sean frescas y comprensibles.
Además de oportunas. Aunque también son conclusiones e historia de Aragón
reciente.
Empiezo por
mi querida ciudad de Huesca, donde viví un tiempo.
La segunda
ciudad de Aragón ha sido el eje desde donde se vertebró en Aragón, con Zuera, un
PSOE a la Siurana, alcalde de Lleida. Partido que en coalición más que moderada
gobernó Aragón durante algo más de un lustro.
El
marcelinato todavía gobierna la Diputación Provincial de Huesca, desde donde
surgieron Escó, él mismo o Eva Almunia. También Cosculluela y un interesante
tapado, Becana de Fraga. Gentes de centro más bien, no los veríamos lejos de
Ciudadanos, de las que sugirió recientemente Marcelino que representan más a
los votantes que a los militantes del PSOE… Así les ha ido a políticas más
reivindicativas del aragonesismo.
Certeza total
que él mismo experimentó en Huesca, con las ciudades cunas del socialismo
oscense como Monzón o Sabiñánigo, mismo caso de Isidro Guía en Andorra-Teruel,
sin tanta representación en los momentos de brillo. Casualidad o no, la crisis
del socialismo oscense por falta de reemplazo y muerte por felicidad ha vuelto
a traer a un montisonense a encabezar la lista del Congreso por Huesca.
Y a tener al
gestor más socialista posible, el trabajador social monegrino Luis Felipe, como
rector del Ayuntamiento de Huesca. Es cierto que el PSOE resistió bien en
nuestra segunda ciudad, quizá por él, el embate del hundimiento municipal del
partido en el resto de Aragón. Pero no es menos cierto que la gestión con
Huesca en Común está dando lugar a repensar y ejecutar una nueva política para
Huesca que ya le gustaría a Zaragoza. Con un diálogo tenso, claro está por la
composición de la lista socialista y su pasado, pero fructífero por todas las
partes.
El tenaz Luis
Felipe se ha enfrentado con la propia gestión sanitaria autonómica de su
partido en Huesca ciudad, encabeza la reivindicación de que especialistas
sanitarios se desplacen a los hospitales de Huesca y Teruel –el drama de la no
reposición- y ahora nos sorprende con la exigencia de un nuevo tratamiento del
Gobierno de Aragón para Huesca ciudad. El convenio que financia la ciudad se ha
quedado anquilosado, mustio y es un agravio.
Mi
calle oscense. Es muy castiza, con el almacén Muebles Gabarre allí sioa. Calle
Goya o Alpargán, cercana a la primera sede del Diario del Altoaragón.
La Girona de
Aragón apostó desde los 80 por crecer con la calidad de vida como bandera. Ello
pasa por prestar competencias impropias, muchas veces de forma pionera.
El mismo
derrotero siguió la Diputación de Huesca, con Marcelino al frente: innovando
con centrales de reserva, turismo verde, redes wifi, un área de desarrollo del
territorio, iniciativas concretas de apoyo a la truficultura, conexión con las
administraciones locales francesas… Un buen legado progresista que les ha
sostenido al frente de la misma.
Una escuela
de consenso y pacto que los socialistas oscenses llevan ensayando 30 años. Con
puntos turbios en desarrollos urbanísticos de Plaza Zaragoza. Con la CHA,
porque a IU la fagocitaron, como única alternativa de verdadera izquierda.
Término
de Montanuy, que consolida población por su fortaleza como municipio. Alberga
muchas turbinas que generan electricidad. Un recuerdo a Pau Donés, que lo está
pasando regular. La fusión por número mínimo de habitantes se estrella ante
buenas gestiones de pequeños municipios. Y son muchas veces impulsadas por
pésimos gestores sin credibilidad alguna.
Desde Huesca
nos recuerdan que no todo termina con la capitalidad de Zaragoza y un pacto
negociado y hasta cierto punto poco justificado de 18 millones de euros al año
para la capital.
Están Huesca
y Teruel, están las cabeceras comarcales –con Ayuntamientos que soportan más
urbanismo y gastos para el centro de salud, instituto, hospital o residencias
autonómicos-, está repensar como Rioja un Fondo Local donde Aragón prosiga
discriminando favorablemente a términos municipales enormes como Sabiñánigo,
L’Ainsa, Jaca, Huesca… con pedanías afectadas por la despoblación pero brutales
costes de alumbrado público.
Si Aragón
reivindica un trato desigual como comunidad despoblada, debe repensar, mediante
conferencia bilateral con el Estado, su financiación local.
No su planta
municipal: las fusiones obligatorias que han pretendido Navarra, Rioja… se han
estrellado con una realidad. Los pequeños municipios son generadores de
desarrollo local, son suficientes por contar con patrimonio que hay que poner
en valor para crear empleo, no son deficitarios estructuralmente.
Además, de qué
sirve fusionarlos si permites que mantengan su patrimonio y en la Canal de
Berdún hay tantos sistemas de regir cotos de caza como núcleos existen. Eso da
pie al arrastre de empadronamientos indebidos que todos conocemos…
Sigamos la
pista de las reivindicaciones de financiación de Huesca ciudad y la provincia
en su conjunto. No creo nunca en las soluciones de arriba abajo.
03/03 Luis Iribarren