14.3.17

Evitemos la despoblación, o Aragón desaparece

Las tierras altas escocesas se han convertido en la  referencia aragonesa para evitar la despoblación.  A Semejanza de la ayuda y apoyo del gobierno escocés a través de una agencia de desarrollo creada para tal efecto, el ejecutivo aragonés ha puesto en marcha la Directriz Especial de Política Demográfica y contra la Despoblación.

Por fin el Gobierno de Aragón se toma en serio que sin gente, no hay territorio que valga.

Noticias como la renuncia de Opel a pasar sus trenes por la vía de Teruel, por las condiciones tercermundistas que arrastra durante siglos sus vías y máquinas Diesel sin fuerza de arrastre y sin sistemas de radiotelefonía en condiciones. Otras como  las manifestaciones en Zaragoza de cientos de agricultores denunciando que no hay futuro para el medio rural o el cierre de las  minas del carbón. Son noticias que ponen el énfasis en algunos de los grandes problemas, si no el principal, que atañen a esta comunidad.

Por eso la iniciativa de un plan transversal que implique a todos los departamentos del gobierno autónomo con dotación financiera ha de ser prioridad.

Esta propuesta del departamento de Vertebración del Territorio, evitaría  la sangría migratoria de nuestros jóvenes del medio rural, la parte más afectada. Facilitaría su regreso y se crearía   empleo a través de la bioeconomía y actividades turísticas. Investigación e industria, con banda ancha en el territorio. Integración  del transporte escolar con buenas comunicaciones y una sanidad cercana.

Elementos imprescindibles entre otros, que ayudarían a asentar la población, y alentarán la llegada de nuevos colonos. La despoblación y envejecimiento de algunas comarcas  es un problema actual. Lo demuestra ser la segunda región de Europa con más sobreenvejecimiento y la pérdida de más de 10.000 habitantes el pasado año.

La pérdida de población es alarmante y a este ritmo, llevaría  en una década a muchos de nuestros pueblos casi a la extinción. Por eso iniciativas integrales como la presentada por el consejero Soro y su equipo, son un canto a la esperanza.


Daniel Gallardo Marin