Ayer
el colaborador Luis Iribarren nos remitió unas imágenes del Padre Ebro a
su paso por Logroño, ese río que nos manda —del verbo mandar— y que nos
manda —del verbo remitir— vida y futuro.
El Ebro es para los aragoneses, mucho más que agua; es sentimiento, es sensación de poder, es sabiduría de historia y de escritura.
Los aragoneses no escribimos con tinta, sino con agua del Ebro.
Incluso nos la bebemos, para que no haya duda o muchos de nosotros al morir, solicitamos quedar disueltos en sus aguas.
No me preguntéis los motivos, pero tal vez sea devolver a la naturaleza, lo que esta nos ha entregado.