He decido escribir un poco mi experiencia de este segundo mes en Canadá, en Calgary. Hoy, con la euforia de la noche de Halloween y con la casa llena de caramelos.
Por suerte, este mes ha sido más tranquilo que septiembre, no he tenido que prepararme para mi vida aquí, ya estoy adaptada y genial con la familia, ya vamos cogiendo confianza, ya no necesito “Google maps” o “Calgary transit” para moverme por la ciudad, nos estamos empezando a conocer.
Seguimos con el tiempo cambiante que caracteriza a Calgary, un día puede nevar y estar a -6ºC, y al siguiente puedes tener 6ºC y sol; pero como dicen, los zaragozanos/as, nosotros estamos acostumbrados a cualquier cambio de tiempo y temperatura, con los 40ºC en verano y los 0ºC con Cierzo en invierno cubrimos las temperaturas de casi todo el planeta Tierra, así que el tiempo, al menos por ahora. es soportable.
Además, he disfrutado en octubre de la nieve las tres o cuatro veces que ha cuajado y ya he tenido mi primera guerra de nieve canadiense; creo que me voy a cansar de nieve, pero por ahora disfruto como allá por el 2005 cuando nevó a las orillas del Ebro.
A mediados de este mes cambié de familia durante una semana, porque la mía se fue a Toronto ya que tenían una boda. Eran muy amables, tenían dos niñas pequeñas, y sobre todo, dos gatos, porque, para el que no lo sepa, yo tengo una gata en Zaragoza, llamada Chisla, y creo que he heredado de mi padre mi amor incondicional por los felinos, así que pude disfrutar durante una semana de vivir con dos gatos; y fue una sorpresa para mí cuando mi familia llegó de vuelta y me habían traído una camiseta de las Cataratas del Niágara.
Pero sobre todo, si tengo que resumir octubre en una palabra sería: “Halloween”.
A mediados de octubre mi barrio se empezó a teñir de naranja y negro, a llenar de esqueletos, telarañas, lápidas y por supuesto, calabazas. Hoy, día 31 de octubre, he ido de casa en casa a por caramelos, con bastante éxito, he tallado mi propia calabaza, y aunque no ha sido mi mayor obra de arte, en el intento queda.
Además, hoy hemos ido al instituto, a pesar de ser Halloween, pero no era un lunes normal, podías ir disfrazado, había desde una pieza de LEGO gigante hasta un dinosaurio, pasando por las tortugas ninja o incluso un cubo del KFC.
Pero lo más impresionante ha sido cuando he entrado al instituto y todos los profesores de educación física iban disfrazados de trofeos, cada uno del deporte del cual son entrenadores, o cuando mi profesor de matemáticas iba vestido de “jabacon”, una mezcla rara entre una tira de bacon y Bob Marley con gafas, o cuando todos los profesores de ciencias, incluida mi profesora de química, iban vestidos de plátano.
Ha sido un día muy intenso, y me he quedado con ganas de más Halloween, así que esperemos que este no sea el último.
Y por supuesto, no me puedo olvidar de los demás “Spanadians” que están en Calgary, los demás compañeros becados; parece pronto que lo diga, pero venimos de lugares muy distintos y somos muy diferentes entre nosotros, y precisamente nuestras rarezas y diferencias han hecho que desde el día que cogimos el avión Toronto-Calgary, seamos una piña, una pequeña familia.
Como nos dijo la mujer de la reunión de internaciones: una experiencia así te une para toda la vida, y espero que así sea.
Silvia Marqueta