Echar la culpa a los demás es el recurso de quienes no saben asumir la suya. Que el ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, hable de los poderes fácticos como si se hubiera caído ahora del guindo, es de risa.
Claro que existen, desde el franquismo o desde los Reyes Católicos, que menuda se las gastaban para "eliminar" a quienes podían suponer un peligro para sus intereses.
Sabida es la capacidad mediática que tiene los medios de comunicación, oligarquía, la presión de sindicatos o sectores empresariales. Por eso resulta patético que el señor Sánchez eche la culpa a Telefónica, al sector financiero, al grupo Prisa y, si me apuran hasta la mismísima madre Teresa por esa pérdida de liderazgo en el socialismo español.
No hace mucho era Pablo Iglesias el culpable de romper una alianza de izquierdas que hubiera dado una posibilidad de gobierno alternativo a la derecha gobernada por el ya presidente Rajoy. Ahora ha cambiado de rumbo y poco le importan ya las líneas rojas.
Confieso que llegue a creer en su integridad al enfrentarse a su propio partido en su no al gobierno. Pero si alguna duda me quedaba, viendo y escuchando su entrevista en el programa Salvados, precisamente en la tele que también puede añadirse a la lista de esos poderes fácticos, sus respuestas no las hubiera mejorado ni el propio Iglesias.
¿No hay nadie que le aconseje que su tiempo ya paso? Retírese con dignidad que, por lo visto, es lo único que le queda.
Daniel Gallardo Marin