Erase una vez un alcalde a un discurso pegado. Un discurso plano, largo y aburrido. Tanto, que durmió a los justos, aparte de al señor Lambán, Presidente de los aragoneses. Solo alguna nota de humor les despertó del letargo, al agradecer a sus concejales de servicios y movilidad su gestión por conseguir el triste récord de días de huelga en AUZSA.
Comprendo que hay que escribir muchas líneas para llenar un discurso de 90 minutos. El problema surge cuando intenta justificar su pobre bagaje en este tercio de legislatura, con los arreglos de aceras, carriles bici y la obligatoria ayuda a la emergencia social, que eso lo llevan todos.
En estos largos 17 meses de aprendizaje Santisteve no ha sido capaz de ganarse las simpatías de quien de manera natural tienen que coincidir en las políticas de izquierda. Sus críticas a diestro y siniestro, le impiden hacer amigos.
Sólo hizo algún guiño a Chunta pero esto no sirvió para recuperar a los aragonesistas y al partido socialista, a pesar de que le apoyaron para ser alcalde. Sin coherencia, no hay fuerza moral para hacerlos partícipes de su gestión. No basta con invitarlos como dijo el portavoz de ZEC, Pablo Muñoz, para este viaje, cuando en realidad los quieres llevar el furgón de cola o sólo en algún momento y por necesidad, los traen a la misma vía del tren.
No soy optimista. No lo puedo ser con un gobierno de pequeñas ideas, que sólo hacen pequeñas cosas, como vienen repitiendo como un mantra. Zaragoza como gran ciudad que es, necesita mucho más para su desarrollo. No basta con invocar a la situación económica que les dejaron otros para justificar su falta de ideas. Decenas de proyectos a la espera siguen en un cajón.
Crear una oficina para controlar el fraude, la energía sin intermediarios y el eslogan de "darle vida solo a los barrios" es cuanto proponen. Me temo que estos largos meses se nos van hacer eternos en Zaragoza.
Daniel Gallardo Marin