No
seré yo quien desde estas líneas reniegue de algo para lo que llevamos luchando
desde CHA desde hace muchos años, si bien, quiero señalar que los métodos son
muy importantes, y en este caso, el Ayuntamiento de Zaragoza, desde mi punto de
vista, ha errado en el mecanismo para que la ciudadanía pueda participar en la
decisión de cómo utilizar determinados fondos públicos y con garantías.
La participación en la labor de la elaboración de los presupuestos parte de la experiencia en Porto Alegre en 1989. Desde entonces se han llevado a cabo experiencias en distintas administraciones con resultado desigual.
La elaboración de los presupuestos ha sido una labor que siempre se ha dejado en manos de los técnicos, dada la dificultad de una materia tan especializada, pero ha llegado el momento de cambiar esta forma de actuar. La participación de la gente en las políticas públicas debe aportar la transparencia necesaria y la capacidad de control, ante una situación en la que la exigencia ciudadana ha puesto contra las cuerdas al oscurantismo en el que en ocasiones se ha movido la Administración.
Ante la demanda de la ciudadanía, los colectivos sociales y las fuerzas políticas, el Ayuntamiento de Zaragoza ha puesto en marcha un proceso de presupuestos participativos, en el que priman las debilidades sobre las fortalezas, pues tal como se ha establecido el mecanismo de participación, sobre todo a través de medios telemáticos, puede dejar fuera a muchos vecinos y vecinas. También se puede producir que las reivindicaciones históricas queden relegadas ante otras propuestas, digamos más “interesadas”, que cuentan con mayor capacidad para movilizar votos virtuales.
Este tipo de mecanismos, en donde el interviniente, sin la necesidad de un proceso previo deliberativo, llevado a cabo de forma presencial y contrastada, puede votar dándole a un botón, sin ningún tipo de análisis o valoración de lo que vota, está sujeto al peligro de que determinados y variados grupos de interés, se apropien del debate, monopolizándolo y manipulando la decisión final.
En
CHA creemos que hubiera sido importante determinar con qué niveles de
participación ciudadana se puede dar validez a una decisión, pues no es lo
mismo 5 votos que 1000, en un cuerpo electoral que pueda rondar los treinta mil
posibles participantes, por ejemplo, y de eso nada se dice en los documentos
aprobados por el Ayuntamiento.
Tampoco se tiene en cuenta el envejecimiento de la población en la mayoría de los barrios de la ciudad, el condicionante de pobreza social, etc.; hay que ser conscientes que la llamada brecha digital afecta de lleno a muchos colectivos, a los que este tipo de procesos les disuade a la hora de participar.
Hubiera sido importante que, desde el Ayuntamiento, previo al inicio de este proceso, se hubiera llevado a cabo una estrategia, distrito a distrito, de formación, divulgación y sensibilización hacia la consecución del objetivo de una mayor implicación, incluso iniciando la experiencia atendiendo a las reivindicaciones históricas que desde procesos de participación de base, ya existen en la mayoría de los barrios de nuestra ciudad y se tratan en el día a día de las Juntas Municipales.
Por lo tanto, defendiendo por encima de todo la participación ciudadana en los asuntos públicos, en CHA creemos que las Juntas Municipales debieran jugar un papel protagonista, no solo a lo largo del proceso, sino también en la decisión final.
Por otra parte, desde las instituciones no es bueno generar expectativas que luego no se puedan cumplir, es una de las peores formas de hacer política, pues la previsión de dedicar cinco millones de euros del presupuesto municipal, no podrá llegar a buen fin si no existe presupuesto en la ciudad de Zaragoza, por lo que, en su caso, habremos dedicado un ingente esfuerzo personal y de recursos públicos para nada. Esa deber ser hoy la prioridad de todos.
Antonio
Angulo