Más sombras que luces en el año 2015 que se ha ido. Guerras y terrorismo, con millones de víctimas en Siria, Turquía, Túnez, Kenia, o París y con la imagen del pequeño Aylan en nuestras cabezas. Enfermedades que parecían desterradas, catástrofes y contaminación en una continúa autodestrucción de nuestro planeta.
Mientras, en España el gobierno utiliza las cifras en la mejora de empleo, economía e igualdad como fuegos de artificio ante la incertidumbre que se vislumbra a la hora de formar un nuevo gobierno.
¿Y, mi Aragón? Se está viendo un cambio de actitud con un gobierno que se atreve a reivindicar los proyectos históricos que han permanecido dormidos ante la incapacidad de gobernantes anteriores a enfrentarse al gobierno central, pese a llevar las mismas siglas. Pero esto solo no basta. Tenemos un capital humano envidiable, solidario y altruista que ha formado, entre otras cosas, un colectivo de voluntarios y voluntarias que son dignos de admirar. Empresarios con capacidad de abrirse al mundo y jóvenes universitarios con una gran capacidad de inventiva. Nombres propios nacidos en esta tierra, capaces de aportar al mundo esperanza de vida, cultura o afán de superación.
Carlos López Otín a la cabeza de la Biología Celular; Ignacio Martínez de Pisón, premio nacional de literatura; César Bona, finalista al nobel de la docencia; Paula Ortiz, nominada a los premios Goya con La Novia; Miguel Angel Berna reinventando la jota y llevándola al cine; como el best seller de Luz Gabás, “Palmeras en la nieve”, convertida en la mayor superproducción de habla hispana; sin olvidarnos de Teresa Perales, nominada al premio Príncipe de Asturias.
¿Cómo con tanto se hace tan poco por Aragón de manera colectiva? Que el año que entra nos traiga un mundo mejor y un Aragón con más conciencia aragonesista, llena de pluralidad, tolerancia y respeto democrático. Los valores que definen al aragonesismo y con los que me siento plenamente identificado.
Daniel Gallardo Marin