6.12.15

El hospital del Cascajo de Zaragoza, que no el cascajo

Ahora que voy a tener que frecuentarlo unos días, hay un hecho claro anímico: nunca voy al Hospital Royo Villanova deprimido. Me pasaba con San Jorge y también con el Miguel Servet. Me pasaba en el Clínico pero no en el Hospital Provincial. No sé por qué no se me resaca tanto la boca. Tampoco se me reseca en la MAZ.

Será su excelente ubicación en singular altozano de nuestra margen izquierda zaragozana, será el aire de sus pinos, será la tranquilidad de poder aparcar, creo que eso lo noto yo y también lo nota para bien el personal sanitario que en él presta sus servicios. A pesar de los problemas en Urgencias por los que están pasando, la atención en el Hospital Royo Villanova es tranquila, cordial y siempre magnífica. A la altura de la mejor sanidad española.

Cuando era crío pensaba que el hospital célebre de nuestra infancia, El Hospital del Cascajo para enfermos torácicos y auspiciado por el Patronato Nacional Antituberculoso, daba nombre al barrio. Que era una denominación popular porque los enfermos iban allí a cascar pero respirando olor a pino.

Está claro ya que no puedo creerlo a mí, que ya no me da miedo el nombre, que el Cascajo es un término nada menos que del siglo XI del montículo de grava –tierra mala y suelta- donde se asienta. Tierras de saso o de sarda —en mi zona— con piedra tosca, mallacán y poco magrosas. Vamos, que no es tierra de polpa ni pocina.

La elección del doctor Royo como actual nombre del hospital general, el hijo de Royo Urieta, no tiene relación con la margen izquierda sino con la primera especialidad del centro, la casi imposible sanación en la época de la tuberculosis. También Royo tuvo una honda vocación pirineísta. Además resulta que este hombre, relación con mi reflexión anterior, también fue Decano de Medicina y Rector de la Universidad de Zaragoza en los años de Primo de Rivera. Así como terciario franciscano, lo que lo emparenta con mi educación en el camino del Vado. Qué cosas.

En cuanto a su relación con el Pirineo, acompaña mi resumen un cartel que siempre ha amalgamado en mí mi pasión por el japonismo —tiene innegables influencias en el modernismo español— y por mi pequeño país dentro del país. Es mi cartel favorito por motivos estéticos y sentimentales. Vamos a alegrarnos la vista con él y no con el Cascajo.

El hospital del Cascajo, catalogado por nuestro ayuntamiento, es un magnífico ejemplo de equipamiento racionalista de los años 40, tan relevante como la Clínica del comienzo de  la calle Ramón y Cajal y Hospital de Gracia. Aunque se ha quedado pequeño es un notable edificio de buena fábrica, como el hospital MAZ a él cercano.

Un saludo —y como familiar de usuaria del hospital— hasta pronto, hasta que la suerte nos deje escribir.

Luis Iribarren 09/12.